La reina Susana

No son pocos los militantes socialistas que andan mosqueados con las movidas que el “aparato” está urdiendo para que Susana Díaz obtenga el mayor número posible de votos. Todo vale, sobre todo en el ámbito rural. Hasta tal punto anda revuelta la cosa que los susanistas se conformarían con obtener cinco mil votos más que Pedro Sánchez. A estas alturas, según un cualificado dirigente de Ferraz, eso es lo de menos. Lo de más es la sensación, cada día más extendida, de que “nos hemos equivocado con Susana. Ella sí que es un bluf, y no Sánchez, como ha tratado de  vender Pepe Bono, vaya prenda”. El pseudo discurso de la andaluza ha levantado ronchas, tanto en su infame propuesta cultural, propia de gentes iletradas, como en el ámbito educativo, esa propuesta de créditos para el estudio que tantos problemas causa en EE.UU. y tantas frustraciones genera  en una juventud condenada a pagar a la banca unos estudios cuyo precio los ata años y años. Al borde del abismo, quienes apostaron por esta mujer, puro aparato y escasas ideas, se han echado las manos a la cabeza ante su última genialidad, “los líderes no podemos escondernos en la militancia”, frase que recuerda a la pronunciada en vísperas del aciago Comité Federal por su amiga del alma, aquella dama que monda y lironda trató de mostrarse como la máxima autoridad del PSOE. ¿Quién es líder? ¿Quién hace líderes? ¿Qué es la militancia? ¿Qué es la democracia interna en un partido? ¿Para qué sirve la militancia y los afiliados? Esta señora trata de implantar un reino de Taifas. Y muchos de quienes la apoyaron comienzan a mesarse las barbas, “más que acojonados estamos”, acaba de apuntar un hasta ahora cualificado defensor de la Dama del Sur.