La poesía nace donde mueren las palabras
Elipse enmohecida
Entre una elipse de sueños apagados
busco el ocaso de lo imposible.
Nada vive en tu entorno. Ni el magma
de una cenicienta de zapatos malgastados
por un cuento cruelmente repetido
en cada noche en que, perdida, tú me miras.
Navego más allá de mis canciones entonadas
en una esquina de un palacio derrumbado
por el orín de algún dios sin nombre ni destino.
Todo es mío. El aire que no respiras,
la noche y su amante descolorida, el alba,
mis silencios y la agonía de mis palabras.
Nada te debo. Solo el principio de un camino
que nunca abandoné en algún verso enmohecido