Intento hacer algunas reflexiones sobre la compatibilidad del nacionalismo y el izquierdismo.
El nacionalismo es una concepción romántica de un territorio geográfico, que idealiza su cultura, sus tradiciones y sus gentes, que son por lo general miembros de la misma etnia, religión o cultura. Es integrador para los que comulgan con la idea nacionalista, sin embargo es excluyente, y a veces agresivo, contra los que no la comparten.
El nacionalismo, como sentimiento, como emoción, es desinteresado, pero como suele suceder con la religión es utilizado como arma cuando interesa para defender privilegios o buscar ventajas.
El izquierdismo, en su estado puro, es también idealista, pero a diferencia del nacionalismo, su ámbito no está limitado por la geografía, ni por la religión o cultura, ni por las razas. El izquierdismo es internacionalista, es revolucionario y poco defensor de privilegios étnicos, culturales o religiosos. Es integrador en el sentido solidario.
Por eso, cuando desde determinadas posiciones de izquierda se defiende el nacionalismo como prioridad indiscutible, es muy difícil de comprender la unificación de esas dos concepciones ideológicas.
Desde una posición pura de izquierdas, la solidaridad debería ser más importante que el patriotismo. Para decirlo claramente, para un izquierdista puro del Prat de Llobregat (Barcelona) sería más importante defender a un minero de La Unión (Murcia) que a un banquero de Reus.
Por eso, yo no lo entiendo muy bien, si hay que decidir entre una cosa u otra o se es nacionalista o se es de izquierdas, no todo a la vez. Y si no es así, que alguien me lo explique (soy consciente de la provocación, queda abierto el debate)
Publicado en mi blog Paz y Seguridad Internacional, en enero de 2016