¡Joder con las medallitas!

Bueno, donde pone medallitas lean condecoraciones. No verán ustedes uniforme que no lleve colgadas cintas, chapas y pins varias. La gente se sorprende de que a la princesa de Asturias acaben de otorgarle el Toison de Oro por el simple hecho de haber sido concebida por dos ciudadanos en el libre ejercicio de un acto de amor con regalo en forma de hija. Y no reparan en tanto y tanto uniformado como militares, policías, guardiaciviles, jueces, fiscales, académicos, rectores y demás fauna, sus pecheras adornadas con toda suerte de elementos que quieren manifestar méritos, muchos de ellos convenientemente remunerados. Habría mucha tela que cortar.

¿Por qué el resto de trabajadores no calzan en sus pecheras medallitas y condecoraciones que avalen un trabajo bien hecho, lo que por otra parte es obligación de todo trabajador  que se precie? Supongo que la posesión del preciado Toisón de Oro no conlleva gratificación económica alguna, hasta ahí podríamos llegar. Pero ¿esas cruces, grandes cruces al mérito vario en diferentes menesteres, órdenes y demás gaitas acarrean o no pluses y gratificaciones? Seguro que sí. Dicen que otorgadas por méritos que se suponen excepcionales. ¿Es excepcional cumplir lo que mejor se puede y debe con las obligaciones propias del oficio?

Que existe una parafernalia propia de militares, fuerzas de seguridad, profesionales de la Judicatura, Académicos, profesores y tutti cuanti, es algo que se asume. Pena da ver a algunas de estas gentes avanzar con el pecho inclinado hacia el suelo de tanta chatarra como calzan en sus pechos, cada cual tratando de llevar más peso que el otro. Con su pan se lo coman.

Pero ¿ocultan algo más estas chapas, cintas y pins? No estaría de más saberlo. Seguro que sus buenos euros. Por lo menos, que haya luz y taquígrafos y que quienes mereciendo pluses por su buen hacer en todos los dominios de la actividad laboral puedan entender la lamentable desigualdad entre unos oficios y otros.