
Miembro del Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza.
Los sindicatos son pilares fundamentales de la democracia
Los sindicatos son una de las columnas vertebrales de la democracia. La democracia no hay que entenderla sólo como una mera representatividad conseguida a través del voto emitido cada un cierto tiempo. La democracia es dignidad, libertad, igualdad y bienestar social. Y todo eso es imposible sin justicia social.
La historia del logro del Estado de bienestar y de la justicia social, es la historia de los movimientos sociales encauzados mediante los sindicatos. Logros como la limitación de la jornada laboral, el sistema de salud pública, las vacaciones pagadas o la regulación de los despidos, se han conseguido principalmente por la intervención de los sindicatos.
Los sindicatos, es decir los trabajadores unidos para defender su dignidad y sus derechos, son propios de los sistemas democráticos avanzados. No existen en las dictaduras, o si existen están al servicio de los intereses de esos dictadores. Tampoco existen o carecen de fuerza en los Estados débiles o fallidos, donde los trabajadores malviven con sueldos miserables en régimen de explotación.
Los sindicatos han sido denostados por la propaganda neoliberal que, incluso, ha llegado a culpabilizarles de la crisis, cuando han demandado mejoras salariales. Con independencia de sus errores, y sus corruptelas, que también las han, tenido los sindicatos son absolutamente necesarios para sumar fuerzas en defensa de los derechos de los trabajadores.
En el caso de los sindicatos de la OPEL aragonesa, también han demostrado responsabilidad y sentido de la solidaridad. A pesar de que los acuerdos no son totalmente satisfactorios para los empleados de esa fábrica ¿qué hubiera sucedido de no existir sindicatos fuertemente implantados y preparados para la negociación?
La deslocalización con la que amenazan las grandes corporaciones internacionales es uno de los riesgos más peligrosos para los derechos de los trabajadores. Los gobiernos deben estar muy atentos, los autonómico y los nacionales, pero también las organizaciones internacionales como la Unión Europea. Cuando una fabrica se cierra, miles de personas se ven afectadas.
Cuando se cede continuamente ante las presiones de las multinacionales, que no tienen otra patria que el beneficio, se pueden perder no solo puestos de trabajo, sino un modelo de Estado y de convivencia.