La Asamblea Nacional Popular China acaba de aprobar la reforma que rompe el límite de dos mandatos de cinco años para ejercer las funciones de Jefe del Estado. Los resultados de la votación que permiten al actual presidente a continuar en el cargo son concluyentes, 2.958 votos a favor, 2 noes, 3 en blanco y un nulo, es decir, el 99,8% de los diputados han apostado por el Emperador Xi Jinping. Una República Popular regida por un emperador a perpetuidad con todo el poder en sus manos.
Xi Jinping accedió al poder en 2012 con la intención de poner en marcha una serie de reformas económicas que permitieran a su país convertirse en una gran potencia mundial (lo que ya ha conseguido), utilizando un modelo que, salvo comunista, puede recibir cualquier otra calificación y que necesita profundas modificaciones ante los peligros generados por el rápido envejecimiento de la población y una creciente recesión económica. Su primera gran actuación tuvo como eje principal la lucha contra la corrupción (cerca de un millón y medio de funcionarios fueron apartados de sus cargos), acompañada de un reforzamiento del papel dirigente del Partido Comunista y una absoluta centralización del modelo político. Economía de corte capitalista y política maoleninista.
La reforma ahora aprobada refuerza aún más los poderes del Partido Comunista y acuerda que figure como parte del cuerpo constitucional “el pensamiento de Xi Jinping para una nueva era de socialismo con características chinas”. Y por si acaso, aviso para navegantes, las restricciones sobre las redes sociales y la sociedad civil aumentan a un ritmo considerable. Y entre otras medidas aprobadas figura la de que un sospechoso pueda permanecer detenido e incomunicado hasta seis meses.
El Emperador Xi se apresta a tratar de imponer una mayor presencia de China en el mundo. Y no parará en mientes, aunque para ello yugule la presencia y libertad de los mismísimos chinos en el interior de su país. Apertura al exterior y cerrazón interior. El problema es que la modernización de la sociedad china continúa siendo una asignatura pendiente, máxime cuando se ha empeñado en borrar cualquier diferencia entre el Estado y el Partido. A partir de ahora, más que nunca, el Partido será el Estado….
Es lo que hay,,,,nada nuevo en un país que es una contracción en la más pura esencia de las incomprensiones de la lógica política ,comunismo sobre el papel,capitalismo en el más puro estilo. Duro y esclavista social
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