La fuerza política que mejor puede garantizar los derechos humanos en España es PODEMOS

El otro día terminaba un artículo con esta afirmación gratuita. Quien lo haya leído, entiende fácilmente que el aserto nace de mi convicción o de mis deseos.Aquí trataré ahora de argumentarlo.

El postulado básico de PODEMOS, su objetivo programático, la meta más ambiciosa ala que se comprometen quienes se inscriben es, ni más ni menos, que el cumplimiento de todos y cada uno de los treinta artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, a la que se adhirió España y que recoge la Constitución de 1978.

De esa propuesta nace lo que se llamó nueva política y, obviamente, las nuevas formas del quehacer político. Nueva política que es el esfuerzo por alcanzar pactos entre los seres humanos que garanticen la vida humana en toda su diversidad (y, consecuentemente, toda forma de vida en el planeta).

Sin duda, el PSOE ha sido (junto al PCE de la IU) durante casi cuarenta años la referencia para quienes pugnaban por garantizar estos derechos y, por tanto,devinieron en referentes de justicia social. Sólo que al asumir la exigencias de la DDHH lo vienen haciendo desde la dialéctica de la lucha de clases(renunciaran o no a los postulados marxistas), y ésta es su debilidad: que en las sociedades europeas, como africanas, americanas, etc. tras el asalto de las minorías más enriquecidas a todas las instancias de la vida, se está destruyendo el tejido social en clases con derechos, obligaciones y jerarquías;(aviso: la cuestión no es si son vigentes los postulados de Marx, la cuestión está en la manera de ver el mundo de los partidos socialistas o comunistas,éstos sí anclados en la organización social europea de los años 60 del siglo pasado).

Esa minoría enriquecida, en la lógica de incrementar beneficios aceleradamente, va camino de organizar la esclavitud perfecta para la mayoría: aquella esclavitud a la que “se entregan” los seres humanos como única manera de sobrevivir; es decir: comer y dormir para seguir (generando beneficio). En el tránsito a una sociedad esclavista, la ciencia y la tecnología están orientadas a lograr la sumisión de los seres humanos, puesto que no son tan necesarias para la extracción de beneficios, como para hacerlos más dependientes de sus miedos: ala enfermedad, al infortunio, a la soledad. Y, sí, ya de unos años a esta parte vivimos la sobrerealidad del granhermano orwelliano. En este escenario van camino de convencer a unas personas de la necesidad de que otras estén peor, y,además, sean cómplices de la peor vida para otras (por ejemplo, con criterios del color de la piel blancos mejores que mestizos, éstos mejores que amarillos y cobrizos o negros y, todos ellos, eso sí por orden decreciente, mejores que las blancas, las mestizas, amarillas, cobrizas o negras; a los blancos la garantía de estar por encima de todas las mujeres. Nada nuevo, sólo que esta vez con más medios (y más corrosivos moralmente).

Si el mundo de la socialdemocracia y las políticas de clase, en Europa, se tenían en pié gracias al “tercer mundo”, a la gran reserva de mano de obra, hacia donde miraban compasivamente, cada día es más evidente que la raya la ponen entre una exigua minoría “esclava” de sus beneficios con sus voceros e intermediarios, y el resto de la humanidad esclavizada.

Las instituciones políticas, resultado del pacto social decimonónico reinstaurado tras la segunda guerra mundial en Europa, ya sólo funcionan , o casi, con el mismo objetivo y, por ello, cada día más ineficaces una vez roto el pacto social. Ya no funcionan para lo que se establecieron, es decir para garantizarlos acuerdos plasmados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. (Para mí que se empezó a ver en España con la aparición de las “externacionalizaciones” en la gestión delos recursos públicos, la gran herramienta de destrucción de la organización sociopolítica)

Vistas así las cosas, pensar que PODEMOS es la fuerza política en mejores condiciones de garantizar, desde el poder político, aún tambaleante, los nuevos pactos para la vida humana sin discriminación de géneros u origen geográfico, étnico, etc. resulta una obviedad. Visto así se entiende mejor la ubicuidad del activismo sociopolítico de la miríada de personas inscritas y cargos públicos de Podemos. De la misma forma que reconocemos en gentes de las formaciones socialdemócratas (PSOE, PCE-IU) esta misma militancia, porque la diferencia no está en las personas, sino en la obsolescencia de sus partidos como organizaciones que arrastran su historia ancladas en otra época. Ahí reside la capacidad –de la militancia podemita- para incluir la reivindicación feminista sin necesidad de largos discursos ni debates, porque hoy es una obviedad para el entendimiento común lo que para nuestros padres comunistas o socialistas era, como mucho, un lejano ideal en la sociedad sin clases. A la vez que va expandiendo la comprensión de que de la humanidad no sobra nadie, que no hay personas ilegales, sino leyes injustas. O, también para sumarse sin prejuicio alguno a buscar la garantía de que el agua es un bien de la humanidad que de ninguna manera puede ser privatizado. O sumarse desde sus comienzos a la defensa de un techo para las personas. O para defender los derechos de los seres vivos no humanos, o apoyar sin resquicios cambios sociales para la producción y distribución de los alimentos, etc…  El partido político que nace de la crisis del estado del bienestar y aúna los colectivos de las diferentes reivindicaciones sociales. Es decir, una fuerza política que surge precisamente por la defensa y cumplimiento de los derechos humanos, y cuyo único y fundamental compromiso es con la vida.

Por eso, y puesto en plan kantiano, mantengo de forma provisional mi convicción de que Podemos es la fuerza política que mejor puede garantizar los derechos humanos en España.

Manuel Delgado Echeverría