
¿Vivimos en una sociedad plenamente democrática? Si por democracia entendemos la definición de nuestro Diccionario: “forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos” (DLE RAE) soy de los convencidos de que la respuesta tiene que ser negativa.
Mucha gente en cambio contestaría que si existe, porque confunden el medio con el fin e identifican el votar con la democracia.
Incluso el Jefe del Estado, hablando recientemente ante una reunión internacional de juristas, entró en zona de confusión entre medio y fin, equiparando la ley y el derecho con la democracia.
Pero me fije sobre todo en dos omisiones en el discurso porque creo que “lo no dicho” es tan importan o más que “lo dicho”. Así compare su frase de que “sin el respeto a las leyes no existe ni convivencia ni democracia” con la más afortunada expresión del Preámbulo de nuestra Constitución: “Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular”.
¿Por qué omitió que la ley y el derecho, para ser democráticas, han de ser “expresión de la voluntad popular”? A veces pienso si nuestros dirigentes no han vuelto al tópico “ilustrado”: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Mas adelante estableció como el objetivo más profundo de la democracia el de “garantizar la dignidad de la persona (…) por encima de fronteras, culturas, religiones o sentimientos nacionales. Y no hay dignidad humana sin libertad individual, como tampoco si no existen determinadas condiciones materiales que la hagan posible, como son el desarrollo económico equilibrado y sostenible, la educación de calidad, la real expectativa de promoción profesional para las jóvenes generaciones, la auténtica igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, la erradicación de la pobreza y, en suma, el acceso al bienestar por parte de todos los ciudadanos sin distinción de clases o grupos de personas.”
De nuevo no acude a la Constitución que no habla de “determinadas condiciones que la hagan posible” sino de “Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.” ¿Tan fuerte es hablar, hoy en día, de “un orden económico y social justo”?
¿Y que ocurre cuando este mundo idílico que plantea nuestro monarca no se da en la realidad? ¿Qué hacer cuando el desarrollo económico no es equilibrado ni sostenible, la educación no es de calidad, los jóvenes no encuentran trabajo, no hay igualdad de oportunidades, varios millones de personas están en la de la pobreza y la desigualdad crece?
Una acción ciudadana, autodenominada “HastaKí”, impulsada por un grupo de más de treinta personas (entre las que me incluyo) busca iniciar una respuesta. (Adhesiones en Change.org)
Comienzan con una manifestación de su profundo malestar con la evolución reciente de nuestra política que justifica su nombre de “Hasta aKí”:
“No aguantamos más los debates políticos que remueven miedos y otras emociones primarias para dividirnos con temas identitarios y no recogen nuestros problemas reales diarios: trabajo, vivienda, educación, sanidad, etc.”
“No toleramos más que se utilicen a “España” y a la “Constitución” como armas para insultar, dividir y excluir al “otro”, y no para garantizar la convivencia, la libertad, la justicia, la igualdad, la seguridad, el bienestar de todos.”
“No queremos que se promulguen leyes que restringen las libertades ciudadanas y pervierten la función de las fuerzas de seguridad en contra de lo que constituye un Estado social y democrático de Derecho.”
“No admitimos que se haya creado un sistema tributario injusto en el que los más ricos no pagan olvidándose de los principios de igualdad y progresividad y capacidad económica.”
“No soportamos más ver como se alimenta la xenofobia, olvidándose de que 2,5 millones de españoles son también emigrantes en otros países, y se proponen medidas contra los derechos y la dignidad de las personas emigrantes en contra de la Constitución y la Declaración de los Derechos de la Humanidad.”
“Nos rebelamos contra un sistema político que pervierte la Justicia de forma que, en ocasiones, no expresa la voluntad popular, y es el hazmerreír de Europa.”
Y sientan luego las bases de su respuesta:
“Los problemas en democracia se resuelven con más democracia participativa. Construir un Estado Social de Derecho es posible e imprescindible. La solución no es crear un nuevo partido o ser nosotros los candidatos. Las “soluciones” autoritarias son falsas y anticonstitucionales. No existe soberanía popular real si los Partidos no cumplen sus Programas.”
Y como colofón, en una época en que el neo-franquismo se va quitando la careta, una doble afirmación: “Los partidos políticos son instrumento fundamental para la participación política y manifestación de la voluntad popular. Es necesario por tanto tomar medidas, desde abajo, para revertir su actual desprestigio.”
Plantean después un posible camino para regenerar nuestros partidos, controlar sus compromisos electorales e iniciar una mayor participación e implicación de la ciudadanía en la política durante los periodos no electorales.
Mañana lo analizaremos.
Un comentario en “La democracia vista por la Corona y por el colectivo HastaKí”