Zaragoza en Común, una experiencia fallida. (y vuelta a empezar)

Zaragoza en Común, una experiencia fallida
Manuel Delgado, Profesor de Instituto
Manuel Delgado, Profesor de Instituto

Lo que tendría que haber sido una reflexión colectiva de Zaragoza en Común sobre lo vivido, en manos de una “comisión” y, luego, una ponencia organizativa (eso sí durante casi nueve meses) ha resultado ser un cambio de tanta envergadura que asemejan el proyecto municipalista a un partido político convencional; me explico: dos pilares básicos, en mi opinión, del proyecto de participación ciudadana (a) la actividad básica por zonas barriales, donde “grupos motores” y asamblea de barrio, junto a los representantes en Juntas de Distrito tendría que constituir la base fundamental con relación más directa al gobierno de la ciudad y el apoyo de los grupos de trabajo; porque, si lo pensamos un poco, se diría que desde ahí hay que construir el municipalismo, es decir, la participación de las personas en la administración del territorio urbano y sus recursos (los que cada ciudadano pone para el común). Pues bien, resumo: las propuestas de los barrios quedaron fuera de la ponencia y no lograron mayoría en la asamblea del Plenario. Propuestas que parten del supuesto de que en la organización horizontal los recursos deben estar en la base, puesto que sin la ciudadanía no cabe, ni vale la pena, gobernar.

Y (b) la comisión de Ética y Garantías que salió hace cuatro años con el objetivo de mediar en conflictos internos, arbitrar sobre posibles comportamientos anómalos e, incluso, proponer sanciones, queda ahora como una mera “segunda instancia” en los conflictos que dirimirá en primer lugar la coordinadora o su secretariado. Tampoco sus propuestas entraron en la ponencia, ni las aprobó la mayoría. Es decir una herramienta horizontal con capacidad de mediación y arbitraje pasa a tener un valor de tribunal sancionador (bueno, en realidad, de propuesta de sanciones) cuando quiera la coordinadora.

A ésto se suma la creación de más coordinadoras intermediadas y el grupo reducido de decisiones para “el día a día”, así como la representación de dos partidos, (se suponía a Podemos e IU/PC) en la coordinadora más importante, y, si no me equivoco, otra comisión o equipo de trabajo permanente para la relación con los partidos firmantes de la coalición.  Después de cuatro años en que diversas y variadas voces han denunciado el uso de mayorías partidarias en las decisiones más importantes; cuando casi la mitad o más de los debates en Plenario han sido sobre la forma de organizarse o de gestionar los recursos, la denuncia de la escasa relación del grupo de gobierno municipal con la organización o con las Juntas de Distrito… Después de eso, digo, la resultante del “debate organizativo” es una conformación de partido convencional, en el que las distintas facciones partidarias dirimen sus diferencias y negocian sus acuerdos que serán ratificados por la asamblea del Plenario. Si se toman un poco más de tiempo igual inventan el partido de Lenin-Troski con la burocracia y la crítica al burocratismo todo en uno.

Donde muchas personas pedíamos, en verdad soñábamos, un grupo en el cada vecino tuviera voz y voto, y al que apoyaran los partidos que quisieran, nos encontramos con este partido izquieraunitariocumunero.  ¿Qué van a decir “los comunes” convertidos ya en facción que negocia con otras sus cuotas de poder, una vez consiguieron excluir a Podemos, al que achacaban pretensiones desmesuradas de poder y de recursos? (pretensiones que, tal como se ha visto, eran las suyas propias y, para eso, blindaron la ponencia en el Plenario).

Por el camino han quedado los esfuerzos de tantas personas por ampliar la base en los barrios y las expectativas de colaboración en horizontal, y también los abandonos de muchas. La asamblea de iguales ha sido liquidada por las facciones, seguramente más por miopía que por pretender más trozo en el reparto.

Vale. Otra mirada se merece la actividad del Grupo Municipal y su Alcalde. A otras plumas lo dejo. Me gustaría que el saneamiento financiero realizado y la ausencia de saqueo organizado se mantuvieran ya para siempre. También lo realizado y proyectado para la movilidad urbana del siglo XXI, los mercados de cercanía, la orientación de la guardia urbana para el apoyo de la ciudadania, lejos de aquella concepción viejuna que la ponía como “guardia de la porra” para mantener “el orden” y cuya visión era (¿queda?) es de que todas las gentes somos o podemos ser delincuentes sobre todo si no somos blanquitos (salvo los ricos, claro).  Cierto que podrían haber hecho más en estos y en otros ámbitos, como en las municipalizaciones o en urbanismo, pero ahí nos han fallado como negociadores con los demás grupos municipales, si bien éstos no se han cortado un pelo (¿salvo CHA?) en mostrarse como lobys de presión para fomento de obras y construcciones, para los pikolines y demás fauna depredadora de la estepa, el valle y la montaña.

Ahora, recuperados o no del disgusto, tenemos que mirar qué posibilidades hay con podemos-equo de sacar un proyecto renovado de actuación municipal; éste sí con partidos que son y no son “normales” pero sin pretensiones de lo que no son. Sé de gentes con vocación municipalista que levantan cabeza, pensando en aportar más; ya se están organizando, y, de momento ponen la esperanza en que no todo está perdido. ¿Violeta y Raúl al principio de la papeleta?  ¿Podemos + Equo + Independientes?  De momento la respuesta esta en el cierzo.

Manuel Delgado

Un comentario en “Zaragoza en Común, una experiencia fallida. (y vuelta a empezar)

  1. Absolutamente de acuerdo con el repaso que Manuel Delgado Echeverría hace de la deriva de ZEC. Coincide con lo que yo mismo he ido publicando durante los últimos cuatro años en Facebook (Javier Delgado E) y en «Heraldo de Aragón».

    En ellos, por cierto, debo de ser una de esas «otras plumas» a las que él deja la tarea de tratar el espinoso asunto del grupo municipal y del alcalde, grupo y alcalde que están en el origen de este desastre en que ha quedado, por ahora, ZEC, sin quitarle su especial mérito a IU-PCA en los destrozos que se han empeñado en hacer de las redes ciudadanas, en la democracia interna, en las conexiones entre ciudadanos libres y organizaciones populares (el trato a los grupos de barrios es un delito) e instancias oficiales
    en las dificultades para negociar con posibles aliados, etc.

    Me alegra ver una vez más cómo, tumbado en la lona por los mamporros de nuevos viejos enemigos de la iniciativa popular, Manuel Delgado Echeverría levanta la cabeza con rapidez y, reconociendo el estado de KO que comparte con muchos de nosotros, aún tiene fuerzas para proponer salidas razonables que eviten una verdadera tragedia electoral.

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