
Lo reconozco, fui de los sorprendidos por los resultados de las elecciones autonómicas y municipales. Me esperaba/quería otro resultado pero, votamos y de las urnas salieron dos mensajes muy claros: PACTOS y CONSTITUCIONALISMO.
Una vez más el voto fue mayoritariamente de centro. El PSOE es un partido de centro izquierda en sus planteamientos sociales y de centroderecha en los económicos y, como el resto de los partidos socialdemócratas europeos, tiene integrado en su ser la defensa del Estado (incluida la monarquía) como garante de la democracia. Ojo he escrito “estado” no “nación” porque ambos conceptos, aunque se hayan aproximado a lo largo del s. XX, no dejan de ser diferentes. Por su izquierda Podemos nos sorprendió basando su mensaje en la parte social de la Constitución que, por desgracia, sigue muy poco desarrollada tras sus 40 años de vigencia. ¿Por qué, pese a esta aproximación, los resultados de ambas formaciones fueron tan diferentes?
A mi juicio por el liderazgo. Sánchez ha creado una imagen de líder capaz de resurgir de sus cenizas, de demócrata dialogante y, además, resulta fotogénico. En cambio, Iglesias ha dado una imagen de incoherencia personal con su discurso y de falta de liderazgo en un partido que no ha conseguido mantener unido.
Por la derecha Rivera ha logrado mejorar mucho sus resultados y ser la clave de casi todos los posibles pactos. Probablemente ello se deba a su discurso nacionalista español y a la imagen de liberal que el electorado conserva de etapas anteriores. Su mensaje de “No a Sánchez”, aunque muy peligroso para la convivencia democrática, le ha permitido entra en los votantes de extrema derecha. Sus votantes le ven como un líder fuerte que mantiene sus posturas contra viento y marea.
Casado, en medio de una derrota estrepitosa, ha salvado los muebles volviendo a dar una imagen de derecha civilizada, al olvidarse del Aznarismo que predicó un mes antes, y reavivar el discurso del PP como sinónimo de buen gobierno económico. Su liderazgo es, hoy por hoy, inexistente.
Abascal ha conseguido entrar en casi todas las autonomías y ayuntamientos, en que se ha presentado, y ser pieza clave si se quiere hacer pactos “a la andaluza” que excluyan al PSOE. Su discurso de extrema dureza, y dudosamente constitucional; a favor de una “España” cañí hubiera tenido más votos si se hubiese presentado en las zonas rurales y si Ciudadanos no se hubiese escorado hacia un nacionalismo exacerbado.
Hay que destacar que VOX ha contado con una gran cobertura mediática de prensa, radio y televisión que le ha facilitado conseguir estos resultados. Esta cobertura es imprescindible como lo ha vivido en sus propias carnes una candidatura, de profesionales independientes al Ayuntamiento de Zaragoza, amparada bajo las siglas de DEMOS +, que pese a la valía de sus candidatos y de su programa y el intenso trabajo de calle y de boca a boca, apenas ha conseguido mil votos.
Aunque el PSOE ha ganado en casi todas partes (menos en el País Vasco y ayuntamientos de Madrid y Barcelona) las instituciones serán gobernadas por quien sea capaz de tejer pactos. Y para ello solo hay tres posibilidades: un tripartito de derechas, incluyendo a VOX, que significará para Ciudadanos abandonar toda su imagen liberal y de centro y aceptar el rechazo de su grupo europeo o, la otra opción, un difícil acuerdo PSOE-Ciudadanos que sería bien recibido por el IBEX 35 y por la Unión Europea y los partidos democráticos europeos populares y liberales. En el acuerdo, si se da, Ciudadanos, por lógica, pediría alguna ayuntamientos y algunas medidas económicas a favor de los autónomos y la congelación de las subidas de impuestos que afecten a la gran empresa. Esto ultimo puede lastrar las medidas sociales. Pero facilitaría el desembarco del PSOE en los puestos de responsabilidad europeos. El acuerdo podría realizarse en dos fases para hacerlo mas digerible al electorado. En la primera fase Ciudadanos se abstendría para facilitar las investidura y posteriormente, a finales de año, acordarían el pacto de legislatura.
En su día, el PP de Rajoy planteó una tercera posibilidad: un acuerdo PP–PSOE para investir a la lista más votada mediante la abstención de un cierto numero de electos del menos votado. Se evitarían así los pactos del partido mayoritario con los minoritarios (sean de extrema derecha o separatistas) y a lo largo de la legislatura forzaría a unas negociaciones permanentes de las llamadas de “geometría variable”. Por otra parte el PP daría una imagen de Partido de Gobierno que antepone los intereses del Estado y de la ciudadanía a los suyos propios.
El segundo mensaje de las urnas, a mi juicio, es la necesidad de que los partidos asuman ¡de verdad! el espíritu de la Constitución. No es admisible su reducción a los artículos 2 (unidad de España) y 155 y el tachar de anticonstitucionalistas a quienes no quieran aplicarlos ¡ya!, aunque ello suponga saltarse el espíritu y la letra de nuestra norma fundamental y las doctrinas jurídicas que las interpretan.
Y menos si, simultáneamente, se considera constitucionalista a un partido como VOX que, entre sus “Cien medidas para la España viva”, plantea algunas como las siguientes.
Medida 2: “Ilegalización de los partidos, asociaciones u ONGs que persigan la destrucción de la unidad territorial de la Nación y de su soberanía”. Propuesta difícilmente compatible con los artículos 14, 16 y 20 de la Constitución del 78: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de (…) opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.” “Se garantiza la libertad ideológica, (…) de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público.” “Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.”
Su propuesta 6: “Transformar el Estado autonómico en un Estado de Derecho unitario (…) Un solo gobierno y un solo parlamento para toda España” es también difícilmente compatible con su “amado” artículo 2 que incluye, en la misma frase y nivel, la unidad de España y las autonomías: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.”
En la 10 piden la “Supresión del Concierto Económico Vasco y el Convenio Navarro y la incorporación de ambas regiones y sus Diputaciones Forales al Régimen Común.” Ello choca con la Disposición Adicional Primera: “La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales. La actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo, en su caso, en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía”
Las 12 y 70: “Supresión de las cuotas (por sexo o por cualquier otra causa) en las listas electorales.” Y “Derogación ley de violencia de género y de toda norma que discrimine a un sexo de otro. (…) Supresión de organismos feministas radicales subvencionados, persecución efectiva de denuncias falsas.” Difícilmente respetaría el artículo 9.2: “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.”
Las 14 y 17: “Deportación de los inmigrantes ilegales a sus países de origen.” Y “cualquier inmigrante que haya entrado ilegalmente en España estará incapacitado, de por vida, a legalizar su situación y por lo tanto a recibir cualquier tipo de ayuda de la administración.” Chocan frontalmente con la Declaración de Derechos de la Humanidad, con la Convención de Ginebra y con el articulo 13 de nuestra Constitución: “Los extranjeros gozarán en España de las libertades públicas que garantiza el presente Título en los términos que establezcan los tratados y la ley.”
Y así podríamos seguir con bastantes de sus propuestas. En general su documento es difícilmente encajable en el espíritu de nuestra Constitución recogido en su Preámbulo y que nos propone “garantizar la convivencia democrática”, “consolidar un Estado de Derecho” y “establecer una sociedad democrática avanzada.”
La conclusión de la lectura de sus cien medidas es que VOX no encaja entre los partidos constitucionalistas aunque, eso sí, la Constitución ampara (como a los partidos independentistas) su libertad de asociarse, expresar ideas poco democráticas y proponer medidas autoritarias que nos recuerdan a las franquistas.
El Pacto a la andaluza sitúa por tanto a los partidos que lo acepten en lo que ellos tanto han denostado, a otros, de “pactar o aceptar los votos con partidos anticonstitucionalistas”.
Pero, por desgracia, nuestros políticos nos han dado ya muchas muestras de “donde dije digo, digo Diego”.
Pero de lo que no cabe duda es que el pueblo soberano ha mandado un mensaje claro y acertado de avance social, de frenar la desunión entre las personas y de más democracia.
En efecto, le ha dado una mayoría clara al PSOE como partido social y mas dialogante para que dirija esta etapa y a la vez un mandato a todos de pactar para no ahondar las múltiples divisiones de nuestra sociedad (en Cataluña, en Navarra, en Euskadi y en el resto del estado).
Pero además ha puesto en el disparadero a los dos partidos de derechas para que elijan de una vez entre la Constitución, como herramienta para “garantizar la convivencia” en “una sociedad democrática avanzada” (admitiendo el desarrollo de sus aspectos sociales), y la tentación de una vuelta al pasado no democrático, del que nunca han abjurado del todo, y que hoy representa la nueva extrema derecha.
¿Qué sucederá? Pronto lo sabremos.
Vicepresidente de ATTAC Aragón