Me sorprendo a mí mismo estos días dando mi apoyo a la participación de Podemos en un Gobierno de Aragón promocionado por el PAR y el PSOE, y a no repetir un pacto de investidura.
Es decir, apoyo su inclusión en un gobierno nucleado por dos partidos que durante años han fomentado empresas públicas tan opacas como ARAMON o MOTORLAND de beneficio privado y financiación pública, cuyos objetivos pasan por la degradación del territorio, ajenos a cualquier consideración de sostenibilidad, e incluso contraindicados en la situación de crisis climática. Impulsores también de la conversión del territorio aragonés en una inmensa nave para la industria cárnica del porcino con total desprecio por la conservación de la vida en el territorio.
Y sigo: ambos han promovido los negocios del hormigón en las riberas de los ríos para depuradoras desproporcionadas a costa de consumidores que pagan más que nadie en España por el agua a través del I.C.A.
Si sumo en lo que me parece más grave, sin consultar la hemeroteca o el BOA, su desprecio por la enseñanza pública -contratos basura en la Universidad, interinidades desproporcionadas en primaria y media, carencias en profesorado de apoyo- y su financiación a la privada ¿qué puedo decir de positivo? ¿Acaso los desplantes del Sr. Lambán durante los últimos cuatro años a los acuerdos firmados con Podemos? ¿La conversión del PAR, según el Sr Aliaga, de partido comodín de las derechas, en partido de centro?
Es cierto que de no considerarse el PSOE como partido “de izquierda”, sus políticas habrían sido todavía más peligrosas para la vida y su sostenibilidad en Aragón; a fin de cuentas ese “de izquierda” les ha obligado a ser un poco más respetuosos con los derechos humanos y la dignidad de las personas que los partidos declaradamente de derechas, es decir, neoliberales y caciques.
Entones, por aclararme, me pregunto ¿qué lleva a los de IU-Aragón y a algunos compañeros de Podemos a promover el apoyo al gobierno de ambos partidos sin entrar en él? Después de leerles (creo que con atención) me parece que el argumento fundamental es el del mal menor: en este caso evitar la repetición de elecciones, suponiendo que la posición del PAR a no aliarse con los partidos trasvasistas se mantendría. Es decir, tratar de revertir la deriva abstencionista del electorado proclive a políticas de derechos humanos y medioambientales. Quizá, y a pesar de las experiencias anteriores, también a impedir mediante acuerdos las políticas más lesivas que podrían desarrollar éstos sin esa herramienta de control en las Cortes. Para no plantearse su inclusión en el gobierno les valen seguramente también los anteriores argumentos (y otros muchos, y más y mejor desarrollados).
Y ¿por qué no me sumo a estos últimos? Porque ya van tres décadas al menos de ver mi voto como el pepito grillo de las Cortes de Aragón. Tres décadas viendo a personas de enorme valía trabajar mucho y muy bien para ofrecer desde el escaño críticas, alternativas, propuestas, que en ocasiones han mejorado algunas leyes o corregido algunas pifias del gobierno; y así también en la última legislatura en la que se presentó Podemos en las Cortes a hacer de la política una herramienta para cambiar la realidad de la mayoría, y atender la situación de emergencia social en la que seguimos.
También me pregunto si al participar en el Consejo de Gobierno no hará Podemos sino blanquear un gobierno fariseo, en el que lo de “mejorar la vida de la gente” no acabará en agua de borrajas y alejará la posibilidad de ser mayoritario algún día próximo. Sin embargo, la misma rabia que me llevó a salir de mi cómoda jubilación y engancharme al 15M, primero a través de mis hijas, luego al minuto uno de Podemos, esa misma rabia me lleva a plantarme y decir que ya basta de que mi voto valga menos, que ya basta de intentar “atar” al PSOE de Marco, de Marcelino, de Lambán con acuerdos parlamentarios o interpelaciones en las Cortes de Aragón, y que hay que arriesgar y negociar allí donde se deciden algunas cosas en Aragón, es decir en su gobierno.
Además, ¿es posible pensar que solo “desde la calle” (que confío no abandonar en lo poco que la piso) puedo negociar con mis vecinas? ¿por qué tengo que estar convencido y fanático de que lo que yo pienso y quiero es lo mejor pese a no estar de acuerdo la mayoría de ellas? Si quiero una sociedad inclusiva y plural, habré de reconocer que mi opinión es una entre otras, y que con la negociación sobre opciones reales ganamos todas.
Y hay otro argumento que parte de la consideración en que tenemos a algunas instituciones. Realmente, qué es el Gobierno de Aragón sino un lugar más en el que participar en la toma de decisiones sobre asuntos que atañen a la mayoría. Desde Podemos nos hemos hartado de oír que las decisiones más importantes, las que más nos afectan a la mayoría social, las toman quienes jamás se presentan a elecciones y, además, desde instituciones que nos están vetadas como son algunos Consejos de Administración; desde luego que no podemos sentar a nadie en el consejo de Ibercaja, y no sé si sus decisiones son menos importantes que las del gobierno de Aragón.
Si entiendo el Gobierno como un lugar donde negociar y decidir cómo gestionar los recursos comunes, ¿vale decir que entrar ahí es traicionar las ideas y los votos que han hecho posible el acceso?
Una propuesta inicial de Podemos fue, precisamente, romper con el bipartidismo; y, a mi entender, también significó dar visibilidad a la pluralidad social, afirmar que no hay sólo dos opiniones en la sociedad y, con ellas, dos partidos únicos o, como quieren ahora, dos bloques. Visibilizar la diversidad social en las negociaciones de cada día dentro del gobierno es también favorecer la convivencia en las calles, dar a entender que se pueden y deben negociar los diferentes intereses que concurren en cada decisión colectiva. Acordar unas cosas y divergir en otras con mis
vecinas. Que los argumentos no se despachen por falta de votos, sino con argumentos contrapuestos y, luego, votamos.
El valor litúrgico y sagrado de los actos de gobierno tiene una larga tradición, por lo menos de 2700 años desde la fundación de Roma. Y a los poderosos, como siempre, les interesa seguir mostrándonos esa cara del poder. En la tercera década del siglo XXI, el gobierno de Aragón no se merece tanta consideración. Necesitamos más verlo y mostrarlo como un lugar en el que se toman decisiones que nos afectar a todas.
Y, para acabar: hay en Podemos gente con capacidad y coraje para afrontar el reto. Hay una pequeña posibilidad de conseguir la participación en el gobierno. Merece la pena participar aunque sólo sea para sumar una voz más (la de quienes votaron Podemos) y defender mejor la dignidad de la vida. Frente a ello, el mayor riesgo es que el partido Podemos desaparezca de Aragón por resultar demasiado comprometido con políticas ajenas, o por no acertar en la gestión de su diversidad interna. Es decir, si fracasa. Y, en tal caso, habrá que volver a empezar. Mil y mil veces ha dicho Podemos que quiere ser una herramienta en manos de la mayoría, por tanto, si la herramienta no vale o se rompe, habrá que hacer otra. Pienso que ya va siendo hora de dejar atrás narcisismos de partido que pasan a ser de secta conforme dejan de ser herramienta.
Si ,,tal vez y en esta ocasión ,, se puedan conjugar todas estas circunstancias ,, como siempre seremos el experimento de lo posible
Me gustaMe gusta