En los últimos días estamos asistiendo a una cascada de exabruptos, insultos, mentiras y balandronadas contra las gentes y organizaciones de izquierda por parte de la extrema derecha española (no solo VOX, pues también cualificados militantes del Partido Popular se han sumado a tales dislates). No son pocos los comentaristas que achacan estos hechos al nerviosismo generado ante una campaña electoral que pinta mal para las desaforadas huestes de Abascal and Cia. Algo tendrá que ver, sin duda, pero las razones de peso radican en la propia esencia de un partido que se considera dador y detentador de la verdad, aunque sea una verdad basada en el desprecio a todo lo que no sean su fanatismo e ideas obsoletas. Hoy ladran mas no conviene olvidar que si pudieran convertirían las voces en tiros, en paredones y cunetas.
Alguien, ¿acaso la judicatura? Debería poner orden. No es de recibo que toda una presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid se quede tan pancha tras los ladridos lanzados contra rivales políticos. Es intolerable que se veje la memoria de las trece rosas. Está fuera de lugar que se boicotee la película de Amenábar, tan mansa comprensiva. Y por si fuera poco, llega el sórdido Abascal y se queda tan pancho al acusar a la izquierda de “destruir la reconciliación de los españoles, y de reescribir la historia”, para acto seguido responsabilizar a los socialistas de una “historia criminal”. Eso sí, ensalzó a Franco y sus bondades sin reparo alguno. Franco fue una hermanita de la caridad, sin duda.
Así las cosas, el comportamiento de Vox y sus admiradores está sembrando la cizaña para que vuelva el enfrentamiento entre españoles, asunto suficientemente grave como para que intervenga la Justicia y ponga coto a tales desmanes. Es curioso que pronunciar un “me cagüen Dios” o frases semejantes puedan ser penalizadas, mientras que los derechistas tienen bula y puedan hacer de su capa un sayo sin que nadie actúe. Así se comienza.
Por eso, ante una campaña electoral que desean crispada, es necesario que todas las fuerzas democrática se confabulen para no entrar al trapo de unas provocaciones cuyo único sentido es la ganancia de pescadores en el río revuelto. Bastante nos las habremos con la sentencia del famoso “procès” como para tener que vérnoslas con las infamias, insultos y manipulaciones de una extrema derecha montaraz que, además, cuenta con la simpatía de sectores que dicen formar parte de la “derecha civilizada”.