El Plan Marshall

Plan Marshall
Javier Jiménez Olmos
Javier Jiménez Olmos, Doctor en “Paz y Seguridad Internacional” por la UNED. Miembro del Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza.

Introducción

La crisis sanitaria producida por el coronavirus, covid 19, está derivando en una crisis económica sin precedentes desde el final de la Segunda Guerra Mundial (este 8 de mayo se ha celebrado el setenta y cinco aniversario de la finalización del conflicto). Sin embargo, esta crisis sanitaria y económica no es comparable con la catástrofe que produjo la última contienda mundial. Por muy grave que sea esta crisis sanitaria y económica, ni Europa ni el mundo están padeciendo el nivel de destrucción y muerte de la pasada guerra mundial.

Cuando finalizo la guerra en 1945, además de los millones de víctimas, había ciudades en ruinas, industrias destruidas, carencia de hospitales, medicinas y los servicios de higiene más esenciales. La miseria y el hambre era una constante en Europa y una gran parte del mundo. Se necesitaba un gran impulso económico para elevar la moral de los europeos, y para reactivar la productividad y la economía.

La derrota de Alemania y Japón, provocó de nuevo la división del mundo en dos bloques antagónicos capitaneados por Estados Unidos (EE. UU.) y La Unión Soviética (URSS) respectivamente. Desde el punto de vista socioeconómico el primero representaba el capitalismo, el segundo el comunismo. Los países de Europa Occidental no modificaron el sistema capitalista, tras la guerra; en cambio, Europa Central y Oriental quedaron bajo la órbita soviética. Todos tenían los mismos problemas en 1945, sin embargo, cada bloque los iba a resolver de un modo diferente.

La gran depresión económica que está provocando el covid 19 nos hace volver la mirada hacia los peores tiempos de la posguerra europea. Se ha hecho alusión repetidamente por parte de políticos, economistas y público en general a la necesidad de un gran plan de reactivación de la economía similar al que se llevó a cabo tras la Segunda Guerra Mundial en Europa: El Plan Marshall.

Como ya se ha dicho, la situación de Europa comparada con el final de la guerra es indudablemente mejor. Efectivamente hay un grave problema económico, consecuencia del sanitario, que necesita ser resuelto mediante un plan impulsado, coordinado y realizado por Europa, sin olvidarse del resto del mundo. Así que la referencia del Plan Marshall será puramente nominativa y, por tanto, solamente tomado como un símbolo de lo que los Estados pueden llegar a conseguir cuando se planifica y se les proporciona liquidez proveniente de otros Estados o de instituciones internacionales.

La crisis sanitaria del coronavirus ha derivado en una enorme crisis económica, que de no resolverse adecuadamente puede conducir a una crisis social. Si la economía se destruye hasta el punto de que una gran parte de la población pierda sus condiciones de vida digna, los conflictos están asegurados. Ya estamos asistiendo a una ola de populismos incendiarios que prometen soluciones magistrales a los incalculables daños económicos y sociales. Para evitar el posible conflicto social, Europa necesita un plan, para salir de este profundo agujero provocado por el covid 19.

El Plan Marshall proporcionó estabilidad y seguridad a Europa, fue el punto de partida para la prosperidad y la sociedad del bienestar. Y esa estabilidad que proporcionó una situación económica favorable también consiguió el periodo de paz más largo de la historia del viejo continente. Por eso, la necesidad de recordar lo que fue el Plan Marshall, desde su gestación hasta sus consecuencias. La revisión de este Plan puede constituir un punto de partida para la reflexión de la conveniencia de conseguir un plan capaz de levantar la economía y, por consiguiente, crear una sociedad más justa y más libre en la Europa actual.

Contexto histórico del Plan Marshall

En febrero de 1947, el Secretario de Estado de la Administración Truman, George C. Marshall, expuso al Congreso norteamericano su preocupación causada porque más de la mitad del mundo estaba en manos de los comunistas. Mientras tanto la situación en la Europa bajo el control de Estados Unidos y sus aliados occidentales continuaba deteriorándose. Por tanto, la amenaza mayor para los europeos no era la URSS sino algo mucho más tangible: el hambre. La enorme crisis humanitaria que siguió a la gran tragedia de la guerra mundial estaba provocando un gran descontento entre amplios sectores de la población europea.

Los comunistas estaban aprovechando la situación para difundir su propaganda anticapitalista. La propaganda surtía efecto entre parte de los europeos que tenían puestas sus esperanzas en una justa distribución de la riqueza. Además, los comunistas gozaban de un gran prestigio puesto que habían encabezado la lucha contra el fascismo y el nazismo. En 1947, el partido comunista italiano contaba con 1.771.000 afiliados y el francés con 970.000.

Para el presidente Truman estos partidos conformaban la “quinta columna” al servicio de los soviéticos. Europa Occidental se le podía ir de las manos, como ya lo había hecho la Central y Oriental que estaban bajo la órbita comunista. El 12 de marzo de 1947, en un discurso estableció su doctrina de contención del comunismo, considerado como el peor enemigo de los Estados Unidos y sus aliados en el mundo. No quedaba otro remedio que ayudar a los europeos a recuperar su continente de la masacre de la última guerra.

El contexto de la Guerra Fría, que sucedió a la Segunda Guerra Mundial, favoreció la implicación de los Estados Unidos en la recuperación de Europa. No se puede asegurar que sin la amenaza de la expansión del comunismo los norteamericanos hubieran decidido continuar interviniendo en Europa. Pero no fue solo la geopolítica la que provocó el intervencionismo norteamericano, la economía también jugó un papel decisivo.

Los objetivos del Plan Marshall

En junio de 1947, durante un discurso en la Universidad de Harvard, Marshall propuso el Programa de Recuperación Europea, conocido después como el Plan Marshall. Básicamente el plan consistía en préstamos a bajo interés a fondo perdido, por un montante de unos 13 mil millones de dólares (unos 132 mil millones de los actuales)durante 5 años a los países que fueran incluidos en este proyecto. Es decir, inyectar dinero para reactivar la economía. Naturalmente, el plan no era tan desinteresado como pudiera parecer.

Durante junio y julio de ese año se celebró en París una conferencia para concretar los detalles del PlanLa URSS declinó la invitación a participar y obligó a los países de su órbita a no asistir a la conferencia. Stalin pensaba que si los países bajo su dominio aceptaban el plan podrían obtener beneficios económicos y sociales y abandonar la dependencia de Moscú. La propaganda de Stalin tachó el plan de “un preparativo para la guerra”.

En septiembre de ese mismo año 16 países europeos aceptaron acudir de nuevo a París. Los 13 mil millones serán distribuidos en esos países. La mayor parte al Reino Unido, un 26% del total, 18% a Francia y 11% a Alemania Occidental. España, quedó fuera del Plan Marshall por considerar que el régimen de Franco había apoyado a los fascistas y los nazis, y que no era una democracia.

El Plan Marshall, tenía varios propósitos ligados entre sí. En primer lugar, y como objetivo prioritario que condicionaba a los otros, la reconstrucción de Europa, el impuso de su economía. Si este objetivo se lograba, los otros conseguirían como consecuencia de este. Efectivamente, si la economía europea se relanzaba, Estados Unidos dispondría de un cliente extraordinario para sus exportaciones, al mismo tiempo que conseguiría un lugar de donde importar bienes a más bajo precio. Ese era el segundo objetivo, incrementar el nivel económico de los Estados Unidos.

Los Estados Unidos se aseguraron que todo aquel que se adhiriera al Plan debería contar con su asesoramiento, de esta manera se aseguraba lo que se debía adquirir y de dónde obtenerlo. Un gran negocio también para la economía norteamericana que también atravesaba su crisis al no tener compradores solventes de sus productos. Liquidez a través de préstamo, a cambio de adquisición de materias primas, alimentos, maquinaria y combustible, entre otros, procedentes de Estados Unidos.

Ninguno de los objetivos económicos sería posible, según la estrategia de Marshall, si Europa no era una región segura, libre de la amenaza del Ejército Rojo, para lo cual era necesario el despliegue militar norteamericano en Europa. Las fuerzas militares convencionales soviéticas eran muy superiores a las norteamericanas, aunque en 1947, los estadounidenses disponían de bombas nucleares, lo que compensaba el desnivel convencional. Pero en 1949, los soviéticos ya dispusieron de la su bomba atómica, lo que obligó a los norteamericanos a incrementar sus fuerzas convencionales en Europa y a crear una alianza defensiva como la OTAN. El elemento psicológico era también muy importante, Occidente tenía que confiar en su aliado norteamericano, por eso la ayuda aparentemente desinteresada era decisiva.

La inauguración oficial del Plan Marshall fue el 3 de abril de 1948 y trajo como primera consecuencia directa la disolución de los gobiernos de coalición en Francia e Italia, en los que había ministros pertenecientes a los partidos comunistas de los respectivos países. No obstante, el agravio a los comunistas, Stalin no hizo nada por defenderlos. Tenía la cota de poder asegurada en su zona de influencia y le bastaba con ganar terreno en Asia a la China de Mao.

El Plan implicaba una estricta aplicación de la doctrina Truman de contención del comunismo, una doctrina que también desarrollaba la lucha contra el enemigo interno, que en ese aspecto era simétrica a la elaborada por los soviéticos. La disidencia era traición y, por tanto, debía ser combatida con severidad. La CIA actuó en Italia para desprestigiar al partido comunista italiano de en su batalla electoral contra la democracia cristiana, quien finalmente ganó las elecciones de abril de 1948.

Uno de los aspectos más interesantes del Plan Marshall fue la obligatoriedad de los países europeos a entenderse entre ellos y también entre las diferentes opciones políticas dentro de los Estados. De esta manera, los Estados tuvieron que ponerse de acuerdo para a la hora de decidir los grandes proyectos. Así, los partidos demócrata cristianos y socialdemócratas (conservadores y laboristas en el Reino Unido) pudieron llegar a entendimientos que hicieron posible el crecimiento y la paz social en Europa, y sentaron las base para el nacimiento de una comunidad europea.

¿Milagro alemán?

Como ya se ha expresado, no se sabe que hubiera sido de Europa sin la inestimable colaboración del Plan Marshall. Se ha hablado mucho del milagro europeo y, sobre todo, de milagro alemán. No obstante, sin quitar ningún mérito a las capacidades productivas y organizativas de los europeos en general y los alemanes en particular, las grandes ayudas que recibieron tras la Segunda Guerra Mundial puede que fueran decisivas para tales milagros.

El 25 de febrero de 1953, se firmaron los “Acuerdos de Londres”, por los que las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial hacían una quita del cincuenta por ciento de la deuda de guerra alemana. En 1951, la deuda de Alemania era mayor que el 200% de su PIB. Alemania estaba superada por su deuda desde el final de la Primera Guerra Mundial, deuda que Hitler, ya en el poder en 1933 decidió no pagar.

A pesar de que los nazis no pagaban la deuda, los norteamericanos siguieron prestando ayudad a las principales empresas que colaboraban con el nazismo, entre otras, la Ford apoyaba a la Volkswagen, o la General Motor a la Opel; también la General Electric era socia de la AEG, así como la IBM suministraba alta tecnología al gobierno nazi. Tras la Segunda Guerra Mundial el capital de las grandes empresas alemanas, siguió contando con el apoyo norteamericano.

Los norteamericanos sabían que la Alemania Occidental bajo su dominio era la primera línea de contención contra el expansivo comunismo a las puertas en la propia Alemania Oriental y en toda Europa Central. No quedaba más remedio que potenciar esa parte occidental de Alemania para que nadie tuviera la tentación de coquetear con los comunistas y pasarse al lado soviético. La ayuda a Alemania Occidental era fundamental para conseguir un fiel aliado.

De este modo, a Alemania no solo se le incluyó en el Plan Marshall, a pesar de ser una de las potencias derrotadas, sino que se le favoreció con otras prebendas.  Por ejemplo: se le permitió reembolsar parte de la deuda en su propia moneda, el marco alemán; se aceptó la reducción de las importaciones además de limitar las exportaciones de países acreedores, todo con el fin de equilibrar su balanza de pagos; se consintió que dedicara menos del 5% de sus exportaciones al pago de la deuda. Todo ello sin contar la ayuda directa norteamericana, al margen del Plan Marshall que recibió desde 1948 a 1952. Desde luego, condiciones más que favorables para que su reconstrucción fuera efectiva.

Conclusiones

El Plan Marshall fue decisivo para la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, y su posterior desarrollo en lo que se ha dado en llamar la “Europa del Bienestar”. No fue un plan totalmente desinteresado, Estado Unidos ganó, pero Europa también, los resultados fueron excelentes, los europeos comenzaron a despegar social y económicamente dentro de Estados democráticos.

La ayuda a Europa de esos 13 mil millones de dólares (equivalentes a unos 132 mil millones actuales) fueron el punto de partida para la prosperidad, y la demostración que la planificación es decisiva en momentos de crisis. Sin inyectar liquidez, sin un control estatal e internacional no hubiera sido posible el progreso. Una lección importante para esta crisis del coronavirus.

El Plan Marshall fue el comienzo de una Europa colaborativa y en paz. Esto fue también en parte porque el Plan obligaba a los Estados a cooperar entre sí.

George C. Marshall recibió en 1953 el Premio Nobel de la Paz.

Javier Jiménez Olmos

Publicado en mi blog Paz y Seguridad Internacional

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