Algunas reflexiones apresuradas sobre el triunfo de Pedro Sánchez y la derrota de Susana Díaz. Por Cándido Marquesán

Firmas de opinión

Cándido Marquesán
Cándido Marquesán, Profesor de Instituto

Se ha producido un triunfo indiscutible de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE. La venganza se sirve en plato frío. Cabe esperar que los grandes poderes fácticos, entre ellos los mediáticos, acepten este triunfo de Sánchez, producto de la voz de la militancia. Insisto, cabe esperar que lo acepten. Mi insistencia reiterativa se debe a que no me fío de esos poderes fácticos ni tampoco de todo el aparato del PSOE. Nada más hay que leer la editorial de El País, titulada El Brexit del PSOE, de la que extraigo algunos fragmentos sustanciosos:

”La victoria de Sánchez no es ajena al contexto político de crisis de la democracia representativa, en el que se imponen con suma facilidad la demagogia, las medias o falsas verdades y las promesas de imposible cumplimiento. Finalmente España ha sufrido también su momento populista. Y lo ha sufrido en el corazón de un partido esencial para la gobernabilidad de nuestro país, un partido que desde la moderación ha protagonizado algunos de los años más prósperos y renovadores de nuestra historia reciente. En todos los casos, la demagogia —conocida en Podemos o Trump— de los de abajo contra los de arriba se ha impuesto a la evidencia de la verdad, los méritos y la razón. Debemos asumir que esto nos sitúa ante una situación muy difícil para nuestro sistema político.”

Esta editorial se califica por sí misma. Vergonzosa e incluso rozando lo antidemocrático. De verdad, emitir estos juicios no puede ser más que producto de un desvarío pasajero. Mas, no es producto de ningún desvarío, ya que con la prontitud que fue colgada esta editorial en la red, tal era su redacción, es poco probable que fuera preparada tras el conocimiento del triunfo de Pedro Sánchez. Ya estaba redactada, lo que demuestra que esperaban la derrota de Susana Díaz, su protegida.

Yo no sé quiénes han sido los asesores de campaña de Susana Díaz. O había algunos, trabajando en la sombra, en una especie de Quinta Columna; o los demás han sido muy torpes. ¿No se apercibían que para una gran mayoría de la militancia del PSOE su candidata era impresentable? Aquí ya todos somos mayorcitos. Representaba los vicios arraigados del partido socialista: clientismo, profesionalización de la política, falta de ideas, sometimiento a los poderes económicos, ciertas dosis de corrupción… ¿Tenía algún discurso? Yo no la he oído mucho más de: Haré lo que quieran mis compañeros. Yo estaré al servicio de España. Lucharé para conseguir un partido ganador. Defender la democracia. Somos el PSOE y eso tiene una fuerza enorme. Y estoy convencida de que nos vamos a levantar muy rápido y vamos a estar en condiciones de volver a ganar muy pronto. Profundidad, calado, pensamiento de enjundia ideológica. En el debate a tres, no había presentado su programa. Debía pensar que su triunfo era tan claro, que no lo necesitaba. Ni tampoco pensó durante un tiempo en la necesidad de presentarse como candidata, ya que Pedro Sánchez lo consideraba un cadáver político. Por ello escribí un artículo ¡Coño, preséntate! ¿Qué quieres? Que te metan en Ferraz en palio como si fueras la Macarena. Efectivamente eso es lo que quería. Mas al final, no tuvo otra opción que presentarse como candidata. Y eso era derrota segura.

No obstante, quiero fijarme en su actuación tras la derrota. Vergonzosa. No sabe perder. ¿No decía que había que unir al partido? Ver su cara en Ferraz tras su derrota, dando la mano a Pedro Sánchez, así como sus palabras sirven para conocer su auténtico nivel político y personal. Ha quedado tal cual es. Pura vacuidad y ambición. No hay nada más detrás. Mas, la ambición no es un defecto, sino virtud, cuando existe equilibrio entre ella y quien la siente. Cuando detrás de la ambición solo se encuentra vulgaridad, resulta grotesca.

Ahora quiero terminar, dedicándoselo  a Susana, con un fragmento de un discurso de Manuel Azaña pronunciado el 21 de abril de 1934  en la Sociedad del Sitio de Bilbao, titulado  Un Quijote sin celada, en el que brinda a su auditorio  unas hondas reflexiones de su conciencia como hombre político, sin preocuparle el orden, tal como le vienen a la mente. Los móviles que llevan a los hombres a la política pueden ser: el deseo de medrar, el instinto adquisitivo, el gusto de lucirse, el afán de mando, la necesidad de vivir como se pueda y hasta un cierto donjuanismo. Mas, estos móviles no son los auténticos de la verdadera emoción política. Los auténticos, los de verdad son la percepción de la continuidad histórica, de la duración, es la observación directa y personal del ambiente que nos circunda, observación respaldada por el sentimiento de justicia, que es el gran motor de todas las innovaciones de las sociedades humanas. De la composición y combinación de los tres elementos sale determinado el ser de un político. He aquí la emoción política. Con ella el ánimo del político se enardece como el ánimo de un artista al contemplar una concepción bella, y dice: vamos a dirigirnos a esta obra, a mejorar esto, a elevar a este pueblo, y si es posible a engrandecerlo.

1 Comment

  1. Muy certeras las apreciaciones,, el problema es que nadie ninguno de los tres tiene de verdad un programa definido como tal salvo viejos y gastados recursos y en el caso de EL SEÑOR SANCHEZ la verdad es que o renueva los argumentos o volverá a fracasar en las próximas elecciones generales

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.