
Anna, ya indisolublemente compañera de viaje de Carlos, va camino de convertirse en otro juguete roto, uno más, de las locuras que unos cuantos iluminados tratan de perpetrar.
La catalana Annna Gabriel Sabaté era educadora social hasta que al calor de la política anticapitalista fue elegida en 2015 diputada en el Parlamento catalán, cargo en el que cesó a finales de 2017. Emblema de una manera de entender el “internacionalismo proletario “como defensa del “nacionalismo catalán”, y sin importarle la contradicción que tal posicionamiento supone, ha sido una dirigente de primera fila en la CUP, esa Candidatura de Unidad Popular que tanto ha contribuido con sus alocados posicionamientos políticos al marasmo en que han convertido a Cataluña. Auspiciaron el acceso a la presidencia de la Generalidad a Carlos Pico del monte (Carles Puigdemont para los catalanoparlantes), apoyando sus desvaríos sin, como reciprocidad, haber conseguido que se aceptaran algunas de sus propuestas, ciertamente progresistas, si hubieran podido llevarse a la práctica. Anna, por muchas razones, ha sido protagonista de una astracanada cuyas consecuencias están sufriendo los trabajadores y trabajadoras de Cataluña.
Chica valiente que es, tenía que comparecer ante el Tribunal Supremo para declarar como imputada, ante el juez Pablo Llanera, para declarar en la causa abierta contra los dirigentes del fallido y golpista “procès”. Y reparen su lucidez: “como no tendré un juicio justo en mi país, he buscado uno en el que pueda proteger mis derechos”. Y por eso se ha fugado a Suiza, como es sabido la nación del anticapitalismo por excelencia. En qué quedamos ¿es o no su país España? ¿Qué pinta en Suiza esta persona? ¿Por qué ha dicho que será Suiza la que decida qué hace con ella?
Teníamos ya a un payaso en Waterloo, bien cuidado y alimentado por un empresario que se forró con concesiones a tope que ahora está pagando. Ahora a su homóloga en femenino en Génève. A ver de dónde salen los dineros para mantener el circo. Capitalistas y anticapitalistas de la mano, el mundo al revés mientas que las buenas gentes de Cataluña comienzan a sentir las consecuencias de tanto desmán y sinsentidos.
Anna Gabriel es el paradigma de una generación manipulada que poco o nada sabe de la lucha de clases, que se ha dejado llevar por los cantos de sirena de un capitalismo feliz de ver la tontuna de unos compañeros de viaje “anticapitalistas” más cándidos que los palomos cojos, grititos, aleteo, y nada que rascar. Esta señora, a lo que más ha llegado es a decir que “la revolución será feminista o no será”. Pues acaso será así, pero no con personas como ella. Afortunadamente, la revolución feminista, imprescindible, sabrá estar también con la otra, la de la emancipación de todos los seres humanos, al margen del sexo concreto que el azar les haya atribuido.
Anna, ya indisolublemente compañera de viaje de Carlos, va camino de convertirse en otro juguete roto, uno más, de las locuras que unos cuantos iluminados tratan de perpetrar. Y es una pena, porque, hija del pueblo, podría haber sido una luchadora de primera fila en la defensa de otro mundo posibles. Pero eso, desde Suiza, es como si las vacas dieran vino en vez de leche.
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