
Carles Puigdemont, ese fantasma que tanto está desprestigiando a Cataluña y a los catalanes en sus paseos hacia la nada, acaba de comunicar que ha decidido nombrar a Joaquim Torra Pla como candidato de Junts per Catalunya a presidir la Generalitat. El “expresident” republicano se transforma en bufón monárquico para proponer a dedo, en el mejor estilo de los procedimientos que permiten nombramientos por razones de herencia. ¿Hasta cuando abusará de la paciencia de una ciudadanía que se merece tales desafueros?
Joaquim Torra, nacido en 1962 en Blanes, es uno de los más significados palanganeros del catalán errante, y autor de frases que traducen a la perfección su catadura: “Vivimos ocupados por los españoles desde 1714”, “Los españoles solo saben expoliar”, “Oír hablar a Albert Rivera de moralidad es como oír a los españoles hablar de democracia” y muchas otras ocurrencias de similar calaña. Durante algún tiempo presidente de Omnium Cultural, también lo fue de Sobirania i Justicia, invento que promueve la independencia de Cataluña. Hasta ahora mismo, dirigía la Revista de Catalunya. Íntimo de Puigdemont no ha duda en aceptar la propuesta para ocupar interinamente una presidencia que el monarca no quiere ceder a nadie. En el colmo de los despropósitos, ha exigido que su heredero provisional no ocupe el despacho de la Generalitat perteneciente al presidente de la misma.
Así funciona la República de Cataluña: Jordi Pujo nombró a dedo a Artur Mas quien, a su vez, hizo lo mismo con Carles Puigdemont y éste, ahora con Joaquim Torra i Plan, aunque de manera “provisional”. ¿República o Monarquía?, aunque en cualquiera de los casos puro panderetismo y desprecio a la voluntad democrática de los ciudadanos catalanes.
Lo dicho, al paso que van, la política en Cataluña va a convertirse definitivamente en una comedia cuyas consecuencias devendrán en tragedia para quienes viven en un territorio llamado a la nada. Hasta de Tabarnia tienen envidia, ¿qué se habrán creído Boadella y los suyos? Para ser cómico hoy en día en Cataluña, hacen falta, mal que le pese a Jordi Sánchez, ocho apellidos catalanes.
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