

En la Sociedad Cooperativa Urbana de Trabajadores del bus (SCUT), estamos asistiendo atónitos a un soterrado enfrentamiento entre los trabajadores y la dirección de la empresa concesionaria del bus en Zaragoza, con motivo de diferentes desencuentros en materia de Seguridad y Salud y derechos laborales de los trabajadores, por la falta de material de seguridad para el desempeño seguro del trabajo, y por las diferencias en cuanto a cómo deben afectar los recortes de servicio en la plantilla. Lo que es evidente y comprobable es que faltan medidas de protección a los conductores y que planea un ERTE del que los trabajadores no tienen constancia documental, habiendo coincidido gente sin trabajar por ERTE, mientras se hacen horas extraordinarias.
En situaciones de emergencia, como ahora, lo importante y necesario es el servicio y no el coste del mismo, es cuando podemos aprovecharnos de la validez, o no, de lo que tenemos como herramientas sociales de convivencia y apoyo: la fortaleza y eficacia de los SERVICIOS PÚBLICOS ESENCIALES. La dotación de personal suficiente y debidamente cualificado; de infraestructuras básicas que se puedan poner en marcha en cualquier momento y a demanda de las necesidades; así como de los equipos de trabajo y herramientas que deben hacer eficaces los esfuerzos de profesionales y ciudadanos, debieran ser una prioridad para cualquier estado, para cualquier nivel del mismo que administra dinero de todos.
Lo que nos ha sacado los colores a españoles y occidentales en general, precisamente por creernos mejor que el resto del planeta, ha sido la fragilidad de determinados servicios públicos, algunos de los que más han sufrido los acosos de la política neoliberal de privatizaciones tan “normalizada” por nuestros economistas, profesionales de la política y por los dueños de la información. Sectores como la Sanidad y la atención residencial a nuestros Mayores, han saltado por los aires a las primeras de cambio, pese al buen hacer de sus profesionales de base. Escasez de personal, problemas de cualificación y formación, de medios de protección o diagnosis, de dinero para investigación, de dificultades para acceder a determinados mercados de fármacos y materiales, desbarajuste de competencias o inutilidad de acuerdos y solidaridad internacionales.
Deberían sacarse conclusiones de esto. La sociedad debe madurar lo suficiente, como para no consentir a sus gobernantes llegar tan desvalidos a una crisis sanitaria como esta. Definir los sectores prioritarios, los servicios públicos esenciales y asegurar su control y gestión integral pública, porque si algo hemos visto es que la lucha contra la Pandemia no solo afecta a los sanitarios, que son los más afectados, afecta también a muchos otros sectores, algunos garantizan los de todos, por ejemplo el trasporte público urbano colectivo. Garantiza la movilidad estrictamente esencial, y no puede ser que ante cada necesidad o fase de la Pandemia haya que pedir permiso a la empresa que gestiona la contrata para ver qué se puede hacer o que se consienta que pueda generar problemas añadidos, laborales por ejemplo, por su mala o interesada gestión.
En esta situación de emergencia, lo prioritario era adecuar la oferta de servicio a las necesidades reales, discriminando zonas, tramos horarios y origen/destinos de uso; y ello, prestarlo en condiciones de igualdad y alternancia entre la plantilla, con las más estrictas condiciones de seguridad para los conductores, empezando por el estado higiénico del bus y terminando por el aislamiento total del conductor. Y no se ha hecho. Sí lo habría hecho la SCUT, porque para eso se creó, para ponerse a disposición de los ciudadanos y garantizar los derechos de los trabajadores.
La concesionaria ha racaneado todo lo que ha podido con las medidas de seguridad: desinfección de buses, entrega de geles, guantes, aislamiento del conductor, etc., y ha intentado cambalaches para enjugar la disminución del servicio para sacar tajada. Cómo si no, entender que con el ERTE se hagan cientos de horas extras o que pese a disminuir los buses en la calle, la empresa gane más porque se facturan más kilómetros por bus.
Esta situación no es la que merecemos los zaragozanos y esperamos que el Tribunal Supremo solvente pronto esta situación, por el bien de trabajadores y usuarios del bus.
Julio Murillo
Presidente del Consejo Rector de la SCUT
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