

Cada vez que se informa que Motorland continúa acumulando las principales pérdidas económicas del sector público en Aragón me acuerdo de José Ángel Biel. Menos mal que el político eterno, el único diputado que ha permanecido en las Cortes de Aragón en todas las legislaturas, decidió por fin jubilarse y retirarse no se sabe dónde. Es desde lejos lo mejor que ha hecho por esta tierra noble el popular dirigente del PAR: abandonar el poder y dejar de proponer proyectos y lanzar ideas descabelladas que nos han llevado al despilfarro contante y sonante.
Sus aires de grandeza siempre fueron jaleados por sus palmeros del aragonesismo caciquil y por sus colegas de gobierno, tanto socialistas como populares. Biel fue la bisagra perfecta en grandes portones que de tan exagerados corrían el riesgo de caérsenos encima de la cabeza. ¿Se acuerdan del fiasco de Gran Escala?: ese milagro que iba a transformar los Monegros en Las Vegas. Pues menos mal que la cosa salió mal y los mafiosos norteamericanos que nos tomaron por garrulos de baba se largaron con sus falsas valijas diplomáticas entre las piernas. Tremendas fueron las declaraciones del de Teruel afirmando, arrobado de poder, que ese proyecto “iba a ser para Aragón lo más importante que había pasado desde Fernando el Católico”. Las Comarcas, la sexta administración sostenida por el dinero de todos nosotros, es otro de sus inventos. Ésa continúa porque es el vivero de votos del PAR (los pocos que les quedan) y cobijo del resto de políticos de medio pelo de todo el espectro político que se ganan un bonito sueldo por hacer bien poco, o directamente nada.
Un emprendedor, eso es lo que ha sido siempre; y le gustaba tanto esa filosofía que llegó a poner de ejemplo y modelo a seguir a la emprendedora María Victoria Pinilla, aquella alcaldesa de la Muela que manejaba la política y los millones como una auténtica jefa de clanes, castas, o tramas corruptas. Biel era ambicioso y despilfarrador con el dinero ajeno; sirva de ejemplo su paso por la presidencia de las Cortes gastando 25.000 euros en un retrato realizado por la cotizada artista Nati Cañada por el que se pagaron 13.200 euros del erario público, y en un tapiz que costó otros 12.000 euros. Un capricho que avala su megalomanía y su poco gusto, ya que para colocar el tapiz en cuestión mandó quitar del hemiciclo la escultura de Pablo Serrano, que permaneció tiempo retirada en los sótanos de La Aljafería.
Lo que sí tengo que reconocerle es que Teruel la dejó preciosa. Ahí sí que su parcialidad resultó positiva y todo un buen ejemplo de saber ejercer el poder. En Teruel se lució.
Leave a Reply