
El otrora de Lehman Brothers Luis de Guindos, se convertirá en nuevo vicepresidente del Banco Central Europeo.
Si Imperio Argentina levantara la cabeza se pondría a cantar con su habitual gracejo aquella copla con la que se titula este suelto, “échale guindas al pavo…que yo le echaré a la pava azúcar, canela y clavo” y el gitano tan campante. Luis de Guindos, va a convertirse en el flamante vicepresidente del BCE (Banco Central Europeo), ese invento encargado de imprimir dinero, fijar los tipos de interés y supervisar el sistema financiero de la Unión Europea. Casi nada al aparato. Son muchos los que se están frotando las manos y dándole a las castañuelas al considerar que tal puesto vuelve a dotar de peso a España en las instituciones comunitarias. Cuando se refieren a “peso de España”, quieren decir el de unos pocos, la gran banca, los grandes emporios industriales, los distintos sectores financieros y los especuladores varios.
Simplemente por prudencia, no habría que lanzar las campanas al vuelo y esperar milagros de un nombramiento que va a suponerle al señor Guindos (el “guindo” es un cerezo ácido que no debería presagiar más dolores estomacales a los españolitos) la bonita remuneración de 334.080 euros brutos al año, cifra a la que sumará los complementos salariales por residencia, cochazo, vuelos gratis, etc. Eso, el pavo ya va bien servido.
Para quienes están en el machito, el BCE sería una organización independiente que, simplemente viendo cómo se ha producido el actual nombramiento, en absoluto lo es. La política está presente, y mucho, en tal organismo. ¿Cómo deslindar política y economía?
Mas para salir de dudas el caso del señor de Guindos resulta más que elocuente. Ministro de Economía con el PP desde 2012 hasta hoy mismo, ya había sido secretario de Estado con Rodrigo Rato, bajo la égida de José María Aznar. A tales méritos habrá que sumar su trabajo anterior en AB Asesores, en PriceWaterhouse Coopers en los “ejemplares” bancos de inversión Nomura y Lehman Brothers (presidía la filial española de esta entidad cuando se produjo su escandalosa quiebra). Opinen lo que consideren oportuno.
Algunos piensan que la irresistible ascensión del señor de Guindos redundará en el interés general de España. Muchos otros todo lo contrario. El tiempo, más sabio que los opinadores, dirá la última palabra. Por si acaso, habría que curarse en salud y no pecar de optimismo. De Guindos sabe a quien se debe.
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