

El gobierno de los tribunales
La clase política por incapacidad, por cobardía, o por razones inconfesables- algunos partidos recurren a los tribunales porque tienen indicios muy claros de que la sentencia les será favorable- de este comportamiento tenemos pruebas muy claras en el Ayuntamiento de Zaragoza- transfiere a los jueces cuestiones o problemas estrictamente políticos, que deberían resolverse en el ámbito de la política a través del diálogo, la negociación o el voto. Y al final una decisión política se toma en función de la sentencia de un juez. O lo que es lo mismo, gobiernan los jueces. Los jueces deciden el rumbo de la política, y cuando lo hacen, no están exentos de sospechas de parcialidad, por su dependencia del poder político de turno y del ambiente general de la sociedad. Tanta diligencia judicial en el Proces, y tanta inacción en otras ocasiones, como la que comento a continuación. El Pleno del Congreso de los Diputados aprobó el pasado 21 de septiembre con el voto en contra del PP y la abstención de Ciudadanos-el partido de la regeneración democrática-, el dictamen de una Comisión de Investigación y que en las conclusiones señala en su punto 3. “En el Ministerio del Interior, bajo el mandato del señor Fernández Díaz, usando de manera fraudulenta el catálogo de puestos de trabajo, se creó una estructura policial bajo las instrucciones del señor Cosidó Gutiérrez y por orden del DAO Eugenio Pino”. Y todo ello, con el conocimiento y consentimiento del ministro. Esa estructura estaba “destinada a obstaculizar la investigación de los escándalos de corrupción que afectaban al PP y al seguimiento, la investigación y, en su caso, la persecución de adversarios políticos”. La comisión señala como víctimas de esa persecución al PSOE, a Podemos o a los nacionalistas catalanes.
Cuando los jueces hacen política, se convierten en malos jueces y pésimos políticos. “Falta política”, se dice, pero también sobran jueces haciéndola. No quiero referirme a la judicialización de la política en Cataluña, con las secuelas nocivas conocidas.
Me fijaré en la moción de censura reciente de Pedro Sánchez, que ha desalojado al fin del gobierno a Mariano Rajoy. Había y hay pruebas más que suficientes de la existencia de la corrupción del PP. El caso Gurtel ya viene de 2009, y desde aquel lejano año, las evidencias de corrupción se han producido en una avalancha irrefrenable. El pago de la reforma de la sede central en calle Génova con dinero negro. Los papeles de Bárcenas publicados de una manera pormenorizada por un periódico de tirada nacional en enero de 2013, en el que M. Rajoy aparecía en muchos apuntes contables, a modo de sobresueldos de una caja B. Siendo las pruebas tan claras y contundentes, ¿Cómo hemos tenido que esperar a una sentencia judicial de la Audiencia Nacional, para la presentación de la moción de censura? Esta circunstancia es un claro fracaso político de nuestra democracia. Lo que significa que es una democracia con claras deficiencias, quizá consecuencia de nuestra inmodélica Transición.
A una democracia medianamente madura y consolidada le hubiera resultado indigerible e intolerable con los datos de corrupción acumulados, el mantenimiento durante tanto tiempo del gobierno de Rajoy. ¿Cómo pudo abstenerse el PSOE en la investidura de Rajoy? Incomprensible. ¿La gestora socialista ignoraba la existencia de la corrupción del PP? ¿Se abstuvo a cambio de alguna razón inconfesable? Bueno, la actuación de Ciudadanos, manteniendo a un gobierno corrupto, cabe pensar que le pasará factura. Mas, la inmadurez de nuestra democracia no solo es achacable a nuestra clase política, sino también a los medios de comunicación, carentes en su gran mayoría de un auténtico pluralismo informativo por su dependencia de los poderes políticos y económicos. ¿Por qué tuvo que ser un medio digital, y no los grandes medios de la capital de España, el que descubriese el asunto del master de Cristina Cifuentes? Como también de la debilidad e inmadurez de nuestra democracia es responsable el conjunto de la sociedad, que se ha mostrado en repetidas ocasiones excesivamente tolerante con la corrupción, por lo que no le ha importado ir a las urnas con la nariz tapada. En una película de Comencini de los años setenta, Buenas noches, señoras y señores, un periodista de televisión, representado por Marcelo Mastroianni, pregunta a un político corrupto: «¿Va usted a dimitir?», «No; sin mi cargo no podría comprar a los jueces», «¿Y los votantes?», «Dimitir sería traicionarlos; me han votado para mentir, prevaricar, malversar fondos y no voy a desilusionarlos». ¿Estos hechos descritos en Italia, podrían haber acontecido en España?
Wendy Brown en el artículo Ahora todos demócratas, habla de des-democratización en la política actual, y una de las causas es que cada vez más se judicializan asuntos políticos, y que además los jueces emiten sentencias en un lenguaje complejo e incomprensible para la mayoría de los ciudadanos. A su vez los tribunales han pasado de decir qué es lo que está prohibido a decir lo que ha de hacerse; o lo que es lo mismo, han pasado de ejercer una función limitativa a otra legislativa, usurpando tareas propias de la política democrática. Si vivir sometidos a la primacía del derecho es un pilar importante de la mayor parte de las formas de democracia, el gobierno de los tribunales equivale a una subversión de la democracia.
Termino con una pregunta muy clara: ¿Sin la sentencia se habría presentado la moción? Cada cual que responda y saque sus propias conclusiones. Las mías he tratado de exponerlas en las líneas precedentes.
1/ La moción de censura tenía varias finalidades, ninguna de ellas relacionada con la corrupción o la “regeneración democrática”, simples y demagógicas excusas para dar un golpe de timón.
2/ Una de ellas era conseguir que el PSOE y, especialmente Pedro Sánchez, perdedor nato, llegaran a la Moncloa. Por medio de las urnas no tenían la menor esperanza de llegar en 20 años, y sí todos los números para desaparecer en el proceso.
3/ Otra: “reconducir” el famoso proceso de encaje de Cataluña en España, es decir, rendir España a Cataluña, empeño de Soraya que acabó en sonado fracaso (felizmente para los españoles de bien).
4/ Otra más: neutralizar a Ciudadanos, que ya tenía un pie en el gobierno de España, y a Podemos, que poco a poco iba robándole al PSOE la “representación” de la izquierda más siniestra.
5/ Lo que no me queda claro aún es si esto estaba pactado con el PP. Hay muchas señales que apuntan en esa dirección. Al menos con una parte pequeña del liderazgo del PP. Lo sabremos pronto.
6/ El caso es que nos la han metido doblada a todos. Lo que estamos viendo ahora con la elección de supuestas personalidades no radicales es la vaselina. El marketing.
7/ Yo me prepararía para la reactivación y puesta en marcha a todo trapo de un acuerdo con los separatas catalanes y vascos que sirva al menos para crear un ‘fait accompli’ antes de que se vean obligados a convocarnos a las urnas.
8/ En este breve periodo de interinidad “regeneradora” no habrá gobierno ni actividad útil del Congreso (salvo para el circo permanente al que ya nos están acostumbrando, incluidas las comisiones de “investigación”
9/ Solo habrá “negociaciones” con los separatas y mucho marketing para mejorar la muy dañada imagen del PSOE a fin de que no se descalabre en las próximas elecciones.
10/ Básicamente, se trata de salvar al PSOE, reforzar el consenso y relanzar el bipartidismo. Y de desactivar el mosqueo y el españolismo de los españoles.
11/ Lo que estamos viendo es una breve parada técnica en dique seco para reparar los agujeros sufridos por el chiringuito autonómico durante las últimas marejadas.
12/ Seamos conscientes de todo esto y aprovechemos las próximas elecciones para echarlos a todos. ¿He dicho “a todos”? Sí, a todos.