
La encrucijada catalana del “derecho a decidir”
Al parecer, en España solo existe un problema, el catalán. Ni la corrupción, el paro, la enseñanza, la sanidad, la generación de riqueza, las pensiones o la creación de puesto de trabajo son temas que preocupen. Omnipresente, el dilema catalán amenaza con volver a despertar los viejos demonios de las dos Españas, las dos Cataluñas, los mil cantones o los cien mil hijos de San Luis. Y el tema se las trae, ciertamente. Una cualificada minoría de catalanes quieren independizarse de España y para ello, a la brava -¿más españolismo imposible?- saltándose leyes, dictámenes, sentido común e inteligencia, se han lanzado a una aventura cuyas consecuencias últimas, si no acaba imponiéndose la razón, solo tendrán trágicas consecuencias para todos. De momento ya han logrado dividir en dos bloques antagónicos a la sociedad catalana, por una parte, y por la otra han agudizado las contradicciones de la izquierda española, internacionalista por tal y ahora veleidosamente nacionalista en algunos casos. ¿Convendría recordar la historia y los resultados de vincular nacionalismo e izquierdas?
Todo comenzó con una idea sencilla en su expresión más compleja en sus significados. Los nacionalistas catalanes, cuyo objetivo es sencillamente la independencia, lanzaron una idea-fuerza, “derecho a decidir”. Y cualquier ciudadano estará en la bondad de tal aserto. Pero ¿Qué se decide? ¿Quién decide lo que se decide? ¿Cómo se decide? ¿Que requisitos son precisos para decidir? Auspiciar el derecho a decidir, sin más, es una trampa saducea susceptible de diferentes interpretaciones. ¿Todos tenemos derecho a decidir? ¿Lo tiene Tarragona a separarse y abjurar de Cataluña o Fraga a hacerlo de Huesca para integrarse en Lérida? Derecho a decidir, si, pero con reglas y Legislación y, básicamente, con la participación del conjunto de la ciudadanía española, depositaria real de tan fundamental derecho. ¿Sería lógico que los aragoneses decidieran que el Delta del Ebro perteneciera a Aragón? Por decidir….
Y del decidir, los nacionalistas catalanes han pasado a actuar. Rompiendo todo sentido común, saltándose a la torera dictados constitucionales e incluso, el mismísimo Estatuto de Autonomía de Cataluña, han puesto en marcha un proceso de desconexión absolutamente ilegal y totalmente desconocido en el contexto de las naciones democráticas. Ante tales desatinos es lógico que la Justicia actúe y ordene las medidas que estime procedentes. Ni arbitrariedades, ni abuso ni mucho menos esas frases gruesas con las que los nacionalistas tratan de manipular la realidad. Si no se respetan las decisiones de la Justicia, no puede aducirse represión. En el laberinto catalán nacionalista, cada día está más presente Dalí y sus bufonadas. En un Estado democrático es fundamental el respeto y acatamiento a la Constitución y a las Leyes. Ciertamente que la Constitución no es inamovible y se puede modificar, eso si, con la participación y asentimiento del conjunto de la ciudadanía española.
Durante años y años los diferentes partidos en el gobierno no han sabido abordar con rigor el llamado “problema catalán”, que ahora ha estallado con toda suerte de derivadas. Su parte de culpa les corresponde. Mas si alguien es el mayor responsable es el Gobierno de Cataluña y su presidente Puigdemont. La ruptura unilateral, al margen de la ley, solo puede imponer una quimera que se resolvería con una inexorable división entre los catalanes. No es posible que el presidente catalán y los nacionalistas quieran comprender que los nacionalismos son perversos y fuente de conflictos. Pero que cierta izquierda sea nacionalista y no defienda a las personas sobre los territorios, es el acabose. En la actual deriva, uno de los escasos valores que define a la izquierda es el internacionalismo. Salvo en España.
Malos tiempos, sin duda, pero mucho diálogo, en busca de fórmulas y políticas que puedan mejorar los mejorable.
Nunca fue un asunto interno español el sionismo, Israel, siempre han estado detrás, desde que Jorge Pujol descubrió el sionismo Con sólo 17-18 años leí “Der Judenstaat” de Herzl y un libro de Chaïm Weizmann, muy completo, que cuenta toda la lucha sionista, desde el congreso de 1.903 –el del rechazo de la propuesta de Uganda- hasta la constitución del Estado de Israel. (…) Hay que tener presente para explicar mi gran interés por el sionismo que yo era y soy un nacionalista catalán. Es decir, yo me siento profundamente catalán, es decir, ciudadano de un país que durante los últimos tres-cuatro siglos ha sido sometido a una dura política de persecución lingüística y cultural y en general de desnacionalización.
http://apocalipticus.over-blog.es/article-las-raices-sionistas-de-un-sector-del-nacionalismo-catalan-el-catasionismo-122638901.html
Mas recientemente el embajador de Israel en España declaro; Alon Bar, en una entrevista con la catalana Nació Digital y también publicada por “Help Catalonia” el 19 de junio del 2012, aconsejaba lo siguiente a los catalanes y a su movimiento independentista: “…por eso recomiendo levantar un estado, respetando a vuestros vecinos y negociando con todo el mundo. Yo recomiendo alcanzar la independencia a través de la negociación con todos vuestros vecinos”. O sea, Israel, según su embajador, está muy por la labor de que España se desmembre. Y lo dicen con toda la naturalidad del mundo.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=192825
Lo jodido es que tenemos el mismo amo para Cataluña, España y por ende Europa, así que posicionarse con lo llaman los que hacen el juego “rebelión popular” es ponerse del lado de Israel y el yugo sionista.
Comunicado del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) en Pravda:
http://www.pravdainternacional.com/podemos-la-evolucion-discurso-oportunista/
Lo que nos debería llevar a la conclusión ¿de que lado esta PODEMOS? está marca en la que tantos confiamos. ¿Y es PSOE? PP y C´s ya es sabido.