
Como consecuencia de la convocatoria de las próximas primarias para la elección del secretario general del PSOE-Aragón se está produciendo un debate sobre las ventajas o desventajas de la bicefalia en el PSOE.
Desde aquellos que han desempeñado cargos políticos o muy incardinados con el aparato del partido, argumentan que la bicefalia sería un auténtico desastre para el PSOE-Aragón, tal como acabo de expresar en El Periódico de Aragón Ramón Tejedor en su artículo La encrucijada del PSOE en Aragón. Da una visión sesgada para justificar su tesis. Dice así: En la reciente historia democrática, las pugnas fratricidas en el seno del Partido Socialista han llevado siempre a desastres electorales con pérdida de la credibilidad. En la cultura política arraigada en el PSOE, la bicefalia se ha traducido lamentablemente en un enfrentamiento entre quienes, por una parte, presiden o aspiran a presidir una institución y, por otra, dirigen el partido. En 1998, con el PSOE en la oposición al Gobierno del Partido Popular, el Secretario General Joaquín Almunia perdió unas elecciones primarias frente a Josep Borrell para la candidatura a presidir el Gobierno. La tormenta política posterior concluyó con la renuncia del candidato electo y con el triunfo por mayoría absoluta del PP en las elecciones generales del año 2000. Tal afirmación es cuestionable, ya que la derrota electoral del PSOE se había producido, como consecuencia de un cambio de ciclo político después de los 13 años de gobiernos de Felipe González, iniciado con el triunfo del PP en las generales de 1996 y continuado con mayoría absoluta en el 2000. Es más, de haber existido una bicefalia en el PSOE, desde los órganos del partido se le podrían haber hecho unas críticas a determinadas actuaciones del gobierno de González, que explican su derrota en 1996. Me estoy refiriendo, especialmente al caso Gal o los caso de corrupción. Pero el liderazgo de Felipe González, era tan indiscutido, que nadie dentro del partido tenía suficientes agallas para plantearle la más mínima crítica. Tal circunstancia la explica muy bien Tom Burns Marañón, de doble nacionalidad hispano-británica, nieto de Gregorio Marañón, que fue corresponsal en la Transición de Financial Times y Washington Post en su libro De la fruta madura a la manzana podrida. El laberinto de la Transición española del 2015. La tesis central es que «la Transición fue la caída del árbol de la fruta madura» y hoy «la mercancía –la fruta, la manzana– está podrida». … Entre las causas de esta tesis, una de ellas y muy importante fue el establecimiento de unos hiperliderazgos muy fuertes, como el de Felipe González consolidado por un triunfo arrollador en las elecciones generales de 1982 , sin que tuviera una auténtica oposición en el Parlamento tras la autodestrucción de la UCD –la única oposición provino de la UGT–, lo que supuso la construcción un partido muy jerarquizado y muy poco democrático en su funcionamiento interno, sin posibilidad de crítica ni debate, donde se elaboraban las candidaturas electorales en listas cerradas y bloqueadas. De ahí que el ejecutivo controlaba el legislativo, y este a partir del 1985 con la Ley del Poder Judicial al órgano de gobierno de los jueces, el Consejo General. Se le atribuyó a Alfonso Guerra la frase «Montesquieu ha muerto».
Termina su artículo Ramón Tejedor para defender su tesis de los peligros de la bicefalia con unas palabras, como mínimo, lamentables. “En esta encrucijada cada militante tiene que asumir su responsabilidad: apoyo a una bicefalia que llevaría al desastre o consolidación del Gobierno que encabeza Javier Lambán. Las ambiciones espurias-cabe pensar que se está refiriendo a la candidata Carmen Dueso– no pueden cercenar las esperanzas de muchos ciudadanos que quieren seguir confiando en un Partido que lleva a cabo un proyecto socialdemócrata en Aragón y que trabaja por hacer del progreso social el vector básico de sus políticas”. Insisto me parecen lamentables. Que se presente otro candidato no puede ser calificado de ambición espuria, y votar a este candidato, Carmen Dueso, advierte a los militantes que supondrá cercenar las esperanzas de muchos ciudadanos que confían en un Partido con un proyecto socialdemócrata. Insisto lamentables palabras. En un aviso a navegantes despistados y malintencionados, en absoluto me ilusiona la candidatura de Carmen Dueso.
Termino para defender mi tesis de la conveniencia de la bicefalia en los partidos políticos, recurriendo al jurista Luigi Ferrajoli, el cual en su libro Los derechos y sus garantías. Conversación con Mauro Barberis, señala que en los partidos políticos debería existir una separación entre los elegidos y los partidos que los han propuesto, los primeros como representantes, los segundos como representados. Los cargos del partido deberían ser incompatibles con los cargos políticos, incluso con los electivos, como ocurre en el PNV. El secretario del partido y los dirigentes que se presenten a las elecciones deberían dejar sus cargos en el partido a otros, los cuales controlarían a los elegidos, incluyendo a sus antiguos dirigentes. Los partidos no deberían gobernar, sino formular los programas de gobierno, seleccionar democráticamente a los candidatos a las elecciones, criticar la actuación de los elegidos, y exigirles a que respondieran sobre sus actuaciones. ¿Quién de la Ejecutiva del PP cuestionó a Aznar la entrada en la guerra de Irak? ¿O de la del PSOE cuando Rodríguez Zapatero reformó el artículo 135 de la Constitución? Por ello, eliminando la confusión entre controladores y controlados, con los consiguientes conflictos de intereses, los partidos recuperarían credibilidad, autoridad moral y sobre todo capacidad para atraer y sumar, como lugares donde se forma la voluntad democrática y como instrumentos de mediación representativa.
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