Nacionalismos “caseros”

por Javier Jiménez Olmos

Nacionalismos caseros
Javier Jiménez Olmos
Javier Jiménez Olmos, Doctor en “Paz y Seguridad Internacional” por la UNED.
Miembro del Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza.

He leído en el  Boletín Oficial de Aragón (BOA, núm. 132, de 10/07/2018) la publicación de los derechos históricos de esta Comunidad  y quiero hacer unas reflexiones al respecto.  Sin embargo, no voy a entrar en análisis históricos y menos legales ya que no soy especialista en ninguna de esas materias. Estas reflexiones son, por tanto, muy generalistas y pensadas desde un punto de vista eminentemente práctico de futuro.

El mundo actual se refugia en el nacionalismo, como consecuencia de una profunda crisis económica que está conduciendo a una confusión de valores y, por consiguiente, a buscar refugio en soluciones ligadas a las emociones. Esto siempre ha ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad. Tantas veces las emociones han escrito la historia de los conflictos y de las guerras. En contraposición ha sido la razón, a través de la ciencia, la que ha conseguido el progreso de la humanidad.

Sí la religión, o mejor dicho su uso perverso, ha sido históricamente una fuente permanente de masacres y guerras terribles; el nacionalismo ha sido el otro gran causante de esos grandes conflictos en este planeta. Parece que el factor Dios, del que hablaba Saramago, ha perdido fuerza en Occidente, aunque sigue muy activo dentro del mundo musulmán. Sin embargo, el nacionalismo vuelve con fuerza a todos los niveles en Occidente. Desde los nacionalismos de las grandes potencias a los de algunos países europeos, sin olvidar los nacionalismos “caseros”.

La historia e identidad de las sociedades son valores positivos, siempre que se les trate como elementos culturales inclusivos y respetuosos con aquellos que tienen otras culturas. En un mundo globalizado, la paradoja excluyente hace que el escudo “identitario” se convierta en un muro de contención contra una supuesta amenaza exterior a la que se culpabiliza de todos los males propios.

Me preocupa tanto la deriva nacionalista europea como la “casera” española. Como dije no voy entrar en discusiones históricas, pero si voy a reflexionar sobre el comienzo de la historia, sólo por intentar averiguar cuándo comienza la historia de cada uno. Por ejemplo, la de Aragón cuándo comienza: ¿con la Reconquista, con los árabes, con los visigodos, con los romanos, con los íberos, o…con los neandertales? Lo digo porque construir identidades se tiene que haber en base a algún método científico y no a simples apreciaciones históricas? ¿Pero, cuándo comienza la historia?

Con la historia, según se cuente y según su comienzo, se pude justificar casi todo tipo de reivindicaciones. Por citar alguna, la que los del autodenominado Estado Islámico proclaman sobre Al Andalus, o la que nuestros vecinos independentistas catalanes hacen para justificar su supuesta nación. Podría darse el caso que los romanos también reivindicaran la Península Ibérica…

Estudiar la historia es primordial para comprende de dónde venimos, pero es todavía más importante para saber a dónde vamos, para aprender de los errores y no volver a cometerlos.

Confieso, y se nota, que me gustan poco los nacionalismos, porque casi siempre se pervierten y se convierten en intolerantes, y causan guerras. Por eso prefiero apostar por el algo diferente, prefiero pensar en las personas, sin importarme de dónde vienen ni cuál es su historia. Prefiero pensar en su presente, en su futuro y tratar de buscar soluciones para sus problemas inmediatos y de futuro.

No trato de hacer una crítica a la mencionada ley que ha sido aprobada por un parlamento democrático, ni a los historiadores y juristas que la han elaborado, mi reflexión es una alerta contra la exclusión, a que este tipo de normativas puedan servir de excusa para avanzar en  reivindicaciones excluyentes o “supremacistas”.

Por otra parte, quiero añadir que este tipo de normativas si no van más allá, como he mencionado en el párrafo anterior, no dejan de ser pura retórica política y no aportan nada – al menos que yo haya deducido de la lectura del texto-, al bienestar de las personas que viven en el territorio aragones. Entonces, puedo pensar ¿es una pérdida de tiempo de los legisladores?

En los últimos tiempos parte de la izquierda se está sumando a las causas nacionalistas, aunque sean de tipo “casero”, y sigo sin entenderlo. Históricamente, el nacionalismo ha sido también asunto de burgueses a la defensa de sus intereses de clase. Por ello, sin pretender dar lecciones a nadie, sería preferible emplear los recursos humanos parlamentarios, y su tiempo, en asuntos más productivos para la causa de las gentes en general, al menos como yo lo percibo.

Soy consciente de que las sensibilidades en estos asuntos “identitarios” siempre están a flor de piel. Pido disculpas de antemano por no sentirme otra cosa que persona, sin adjetivos calificativos de nacionalidad.

Nota final.- Como siempre serán bienvenidas todas las aportaciones que contribuyan al debate respetuoso y, además, puedan aclara algunas de mis dudas con respecto al  nacionalismo en general y a esta ley que se menciona en particular. Muchas gracias.

Javier Jiménez Olmos

Publicado en mi blog Paz y Seguridad Internacional

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