París, ciudad del amor

Crónica de Blanca Alfaro. (Corresponsal en París)

Paris

París siempre es romántico, pero el día de San Valentín la Ciudad de la Luz adquiere un encanto especial. “Los amantes” de Edith Piaf es su banda sonora y la ciudad se convierte en uno de los destinos preferidos para todas aquellas parejas que desean hacer una escapada romántica.

En París se puede ver “lo de siempre” que de por si ya es muy hermoso, aunque esta crónica te propone además de las visitas tradicionales, lugares y sitios menos tradiciones para pasar un San Valentín diferente.

ParisEl icono es la Torre Eiffel, gris de día -de dos tonos diferentes- y dorada por la noche, que centellea al dar la hora durante unos minutos como una joya preciosa.  El monumento más visitado del mundo. El segundo es la Alhambra de Granada.

Disfruta ahora de la majestuosa edificación porque en unos meses y tras 20 millones de euros van a instalar a su alrededor un muro transparente para preservarla de un posible ataque terrorista. La torre tiene en invierno una pista de patinaje sobre hielo en el primer piso y el carísimo restaurante Jules Verne en el segundo… durante todo el año.

Sena hacia el norte se encuentra Notre Dame, una de las catedrales góticas más antiguas de todo el mundo, construida entre los años 1163 y 1245 ha albergado acontecimientos históricos destacados, tales como la coronación de Napoleón Bonaparte.

Uno de sus grandes atractivos son el conjunto de gárgolas de piedra. Las gárgolas son figuras misteriosas que representan una fusión entre hombres, animales, monstruos o demonios. Algunos dicen que representaron antiguamente a demonios huyendo de la iglesia; otros, que funcionan como espantapájaros para malos espíritus. Originalmente, la palabra gárgola deriva de la palabra francesa gargoille, que significa garganta. Eran usadas como desagüe para expulsar el agua de la lluvia lejos de la catedral.

Pero las gárgolas, aseguran, son capaces de volver a la vida, como explica la leyenda de Juana de Arco. Se dice que la noche que quemaron en la hoguera a la guerrera inocente, las gárgolas se encolerizaron y despertaron de su sueño de piedra para vengarla entre las personas que asistieron a contemplar su suplicio. A la mañana siguiente, cuentan, aparecieron cientos de cadáveres de personas por las calles de París. Ahora bien, la santa, si recuerdas, fue quemada en la localidad de Rouen.

Los bateaux mouche (traducción literal: barcos mosca”) suelen salir del Puente del Alma. Allí, como anécdota, a la derecha de embarcadero hay un monumento muy pequeño, una llama dorada. Allí siempre hay flores para recordar que en el Túnel de l´Alma falleció Diana de Gales con su acompañante Dodi Al Fayed.

enamorados plaza Concordia
Enamorados en ña plaza de la Concordia

Sólo una parada de metro o una alegre caminata lleva hasta la Plaza de la Concordia. Se llama de la Concordia pero sepan algo que difícilmente les van a explicar los guías: Madame la Guillotine le cortó ahí la cabeza al Rey Louis y a María Antonieta y acabó con la dinastía de los Borbones.

La Plaza es hermosa y se puede admirar el Obelisco, uno de los dos que flanqueaban el templo de Karnak, en Tebas. Pese a la leyenda que dice que lo sustrajeron las tropas de Napoleón, la realidad es que los egipcios lo regalaron en época moderna a la República Francesa como agradecimiento a la conservación de otras obras de arte con la construcción de la Presa de Aswan.

el beso de Rodin
El beso de Rodin

Además del Obelisco, caminando hacia los jardines del Palacio de las Tullerías, en la puerta ya del museo de Orangerie, dónde se encuentran Las Ninfas, van a encontrar una estatua fundamental para amantes: El Beso de Rodin.

 

Museo del Louvre

El Museo del Louvre – Línea 1 de color amarilla, estación Louvre- es un clásico para turistas y para amigos de lo ajeno. El personal del Louvre suele hacer cada año dos días de huelga como protesta por los robos que se realizan a visitantes. Es decir, ojo a la cartera.

Para no hacer filas impresionantes, es mejor sacar las entradas por internet pero hay un truco muy parisino que tiene que ver con una casi desconocida puerta donde no hay que hacer ni fila: se encuentra bajo la Pirámide del Carrusel del Louvre. Una vez que hay entrado en el Centro Comercial acudan al Estanco y pregunten por la entrada directa al museo y… Bingo!

Algunos dicen que la fama de la Mona Lisa por sobre todas las demás obras del Louvre incluso otros cuadros de Da Vinci, se debe a su robo en 1911 y el impacto mediático que le siguió (para los parámetros de la época).

Es una historia genial ya que incluso se creyó que los  autores del  robo fueron  Picasso y Apollinaire, que pasaron por la carcel. Aún hoy la historia de la supuesta Banda de Picasso sigue viva. y aunque siempre se dice en un susurro… se duda en ciertos corrillos de que la obra recuperada dos años después de la desaparición y que hoy cuelga en el Louvre sea la verdadera. El ladrón, por cierto, fue Vincenzo Peruggia, ex empleado del museo. La razón… se ignora.

Por cierto, para amantes del misterio, les revelo que existe la Ruta del Código Da Vinci, que comienza en el Louvre y recorre la ciudad.  Apasionante para seguidores de Dan Brown y aficionados a las leyendas sobre el Santo Grial. El libro plantea que el Santo Grial no era realmente la copa en la que bebió Cristo sino  el vientre de María Magdalena, embarazada de Cristo, una criatura que nacería en Francia y daría lugar a la Dinastía Merovingia. Esta ruta, si os apetece, os la contaré otro día.

Del resto de los destinos clásicos os propongo el Sagrado Corazón en la colina de Montmartre (línea azul, parada Anvers) donde podréis  subir a pie o al funicular, visitar les Abbesses y el muro del Te quiero.

Muro del Je t´aime

En el Muro de los Te quiero, en la Plaza des Abbesses, aparece la declaración amorosa en 300 idiomas. Es una obra idea de los artistas galos, Frédéric Baron y Claire Kitode.

Desde allí, es hermoso perderse por las callejuelas de Montmartre, tomar un vino en el Brasserie Orsel frente al Sagrado Corazón, y dejarse poseer por el ambiente que se respira en el barrio. Hay pequeños talleres de joyería, y estudiantes de ópera que ensayan con las ventanas abiertas.

Quienes buscan un alojamiento con un guiño especial, nada mejor que alojarse en el pequeño hotel Montmartre Mon Amour, situado a los pies de la colina de Montmartre, cerca del cabaret Molino Rojo, la basílica del Sagrado Corazón. Las habitaciones están decoradas  con imágenes de parejas de amantes célebres, declaraciones de amor, besos robados.

Hacia “arriba” al callejear se llega hasta la Plaza del Tertre, donde se encuentra la bohemia en estado puro, y más de un pintor callejero se ofrecerá para hacerte un retrato. Pues ser un buen recuerdo para una pareja.

Aprovecha allí para tomar un buen café y una crepe con azúcar o Nutella en cualquier café de esta plaza. Desde la plaza hasta Abbesses hay preciosas tiendas vintage.

Conozco a gente que evita la zona por culpa de  los cientos de escaleras de Montmartre. No os importe si tenéis problemas de movilidad o cansancio: si el corazón te va a 1000 por hora puedes montar en el trenecito blanco que tiene su salida en la Plaza del Tertre, circula por el barrio y que pasa por caminos no autorizados al resto de tráfico rodado, hasta dejaros al frente al Molino Rojo, junto a la estación de Metro de Blanche.

Para parejas golosas, las más célebres pastelerías parisinas Ladurée y Pierre Hermé te ofrecen macarons, algunas incluso con  una capa de oro de plata, a precios escalofriante. En la puerta se ven chóferes esperando a sus “patrones”, quienes degustan un té con macarrons, la típica galleta tradicional francesa rellena de crema.

La puesta de sol bien merece un paseo a orillas del río Sena cuando las primeras luces empiezan a dar una pátina casi irreal a los edificios de la ciudad. Otra opción es embarcar en alguno de los cruceros de San de Valentín. Los hay que incluyen cena y los de sólo brindis con champán, mientras se realiza la travesía disfrutando de la mejor vista de los monumentos de París iluminados.

Para cenar, está muy de moda la Plaza de los Vosges (pronuncia “Voches”) donde lo mismo puedes ver salir de un restaurante a Vladimir Putin que a Barak Obama, aunque no en el mismo día a la misma hora, claro. Por les Vosges hay grupos de jazz que tocan en la calle canciones como “Petite Fleur” o clubs de jazz en los que entre oscuridad y absenta se pueden escuchar buena música.

Una pequeña caminata y se llega hasta la Plaza de la Bastilla. Allí hay multitud de brasserías y establecimientos para tomar una copa hasta altas de la madrugada. Es una zona cool, simpática, bohemia y de estudiantes, profesores universitarios. Está la Opera Bastilla.

Para parejas morbosas

Cinco años lleva abierto el “Love Hotel” que parte de un concepto enormemente popular en Japón. Las parejas, legítimas o no, se encuentran en discretos hoteles cuyas habitaciones temáticas les permiten abordar sus fantasías eróticas en total libertad. En pleno centro de la ciudad:,  88 rue St Denis, 1st

M° Etienne Marcel – 25 euros/ hora) podrás sentirte como un marahá, ser la estrella de un musical de Bollywood, pasear en góndola en pelotilla picada por Venecia o practicar la sumisión / dominación en una mazmorra a tal efecto en cuero negro a lo 50 sombras de Grey. Además, los responsables del hotel que piensan en todo, ponen a disposición de la clientela un menú de juguetes y películas eróticas.

Para viajar a París en Alta Velocidad puedes aprovechar el hiperdeficitario Barcelona-París, que son 6 horas y media. Mejor, reserva en el 2º piso  del TGV, para ver los hermosos paisajes del camino.

Si prefieres viajar en avión, busca en Vueling, Transavia o Ryanair desde Madrid o Barcelona. A partir de finales se marzo vuelve la línea Zaragoza-París con Ryanair,  con dos vuelos a la semana.

Transavia, que es la Lost Cost de Air France es mucho más barata que Vueling si se saca con tiempo, los aviones son estupendos y el personal mucho más amable que el de Vueling. Por otra parte, Vueling es más permisiva con el equipaje.

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