

Miembro del Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza.
Este fin de semana de nuevo asistimos al espectáculo del aplauso incondicional y del “forofismo político”. En el encuentro del Partido Popular celebrado en Sevilla, la señora Cifuentes ha sido largamente ovacionada y apoyada por el líder de su partido, y Presidente del Gobierno de España, D. Mariano Rajoy.
No es mi intención en estas líneas hacer una crítica general ni al Partido Popular, ni al Gobierno de España, ni a los militantes y votantes del PP, me voy a centrar exclusivamente en el comportamiento de todos ellos con relación al caso del máster de la señora Cifuentes.
1º) No entiendo los aplausos y el apoyo a una persona que, cuando menos, está bajo fundadas sospechas de haber cometido irregularidades para la obtención de un título universitario.
2º) Tampoco comprendo los mensajes que circulan a través de las redes sociales, provenientes de sectores afines al PP, tratando de exculpar de esas posibles irregularidades a la mencionada señora, aduciendo que otros también las han cometido.
La prudencia requerida a los que demandan comisiones de investigación y dimisiones, porque en un Estado de derecho hay que demostrar la culpabilidad, también es exigible a los que se obstinan en defender una causa a pesar de las evidencias. Recordemos que las autoridades académicas, representadas por el rector de la Universidad Rey Juan Carlos I, han comunicado oficialmente irregularidades muy graves en el caso del mencionado máster. Por tanto, no se entienden esos aplausos y apoyos incondicionales, hubiera sido más prudente un silencio expectativo por lo que pueda suceder.
En cuanto a los mensajes que circulan por las redes comentando otros casos de irregularidades académicas o de otro tipo, no los voy a discutir. Está muy bien que nos preocupemos por la trasparencia y la honestidad de dirigentes políticos y ciudadanos, y está muy bien que los denunciemos, y que se exijan responsabilidades cuando las hubiere. Pero tratar de exculpar o minimizar las faltas de los propios a costa de los adversarios es poco edificante, y demuestra escasa fortaleza de los argumentos de la defensa.
El aplauso incondicional tiene algunos riesgos. El primero, que se haga el ridículo, ¿Qué ocurrirá si finalmente se demuestra que el máster de la señora Cifuentes ha sido obtenido al margen de la normativa vigente? Segundo, ese aplauso incondicional, contribuye a la corrupción, porque no es crítico. Conviene recordar que no hay corrupción sin corruptores y colaboradores, y los colaboradores son los que aplauden sin evaluar los comportamientos de sus afines ideológicos, partidistas o corporativos.
Por lo que respecta a los mensajes que circulan por las redes sociales, en el caso de este máster o en otros casos, suelen obedecer a argumentarios fabricados por los aparatos de propaganda de partidos políticos u otras organizaciones. Los seguidores incondicionales suelen repetirlos como si dogmas de fe se trataran.
Por ello, me atrevo a recomendar:
1º) Prudencia a todas las partes. A los que creemos que hay muchas irregularidades (entre los que me incluyo) para esperar el veredicto de las autoridades competentes, Universidad y Justicia. No tengo mucha fe en las comisiones políticas (y ya lo siento). A los incondicionales del PP, que aplaudan cuando todo se hay aclarado (esto se lo recomiendo a todos los que militan o simpatizan con cualquier partido cuando les corresponda). A los dirigentes de ese partido más autocritica y depuración de sus cargos y afiliados cuando no cumplan con las leyes establecidas (como lo anterior, lo hago extensible a todos los partidos). Y la señora Cifuentes que sea más humilde, menos arrogante y diga la verdad (esto último me lo exijo hasta mí mismo también).
2º) Tener más criterio, no convertirnos en meros receptores de la información (tantas veces propaganda). Las redes sociales pueden ser un elemento distorsionador y manipulador y, por consiguiente, hay que analizar con suma atención el objetivo de las comunicaciones que nos ofrecen por esos medios. Es muy frecuente que nos intenten distraer del objeto de análisis con el “principio de trasposición de Goebels”, que trata de colocar en el adversario las faltas propias, “si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. O traducido al lenguaje actual poner el ventilador en marcha.
Escribo estas líneas con la esperanza democrática de que se haga justicia y se depuren responsabilidades, si fuera el caso, tan pronto como sea posible.
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