
Mariano Rajoy se reune con los dirigentes regionales del PP
Si Alfonso Guerra se hizo famoso con aquella frase que hizo fortuna, “el que se mueva no sale en la foto”, Mariano Rajoy no le va a la zaga, aunque lejos de referirse a la foto prefiere menear la vara con su habitual tono conciliador que, sin embargo, oculta su férrea determinación de varear a quienes traten de moverle ese sillón tan cuestionado últimamente incluso por los electores tradicionales del Partido Popular. Que el sondeo de Metroscopia haya puesto de relieve que un 62% de sus votantes y el 85% de los españoles consideren que ya le ha llegado la hora del retiro y de ceder la vara de mando a quienes puedan cerrar el bochornoso espectáculo de la corrupción y ofrecer un discurso más en consonancia con los del conservadurismo europeo, no parece preocuparles. Al día de hoy los garrotazos de don Mariano todavía pueden dar al traste con sinecuras, puestos de trabajo y demás gabelas propias de los políticos profesionales.
La política española adolece de una falta de trasparencia absoluta, lo que lleva a muchos analistas a dejarse manejar por filtraciones interesadas cuyo sentido último suele responder a los particulares intereses del filtrador. De ahí que se deba tomar con prudencia todo lo que se está diciendo sobre la comida celebrada ayer con los diferentes líderes regionales y altos cargos populares. Frente a ese falso cerrar filas en torno a un líder al que ahora mismo “ni conviene ni hay por qué cuestionar”, otros participante en el ágape de marras cuentan que “ llegado el momento ya haremos lo que haga falta hacer”. Y, aviso para navegantes, el coordinador general del PP, Fernando Martínez Maillo, se encargó de anunciar que “la reunión ha puesto de relieve la unión del partido entorno al liderazgo de Mariano Rajoy”.
Pues siendo cierto que “la vara” del gallego continúa siendo muy larga, no lo es menos que en voz baja algunos dirigentes mostraron su profunda preocupación ante los datos de la encuesta de marras, así como del galopante avance de Ciudadanos, tan imprescindibles para gobernar como peligrosos cuando de espacios electorales se trata. En paralelo, mostraron su malestar por lo que consideran falta de iniciativa política, y hubo más de una reserva sobre como se está llevando el asunto de Cataluña. Pero no crean lo que aquí se dice. Solo hubo parabienes y unanimidades, al calor de una vara todavía firme.
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